Cuando escucharon esto, todos quedaron asombrados y miraron a Ye Chen con incredulidad.
Ye Chen mantenía una expresión calmada en su rostro, y no parecía que tuviera que forzarse para actuar de ese modo.
—¿Cómo era esto posible? —La reacción de Ye Chen era inusual.
—¿Acaso este individuo no parecía preocuparse por la situación, e incluso tomó la iniciativa de preguntar sobre la apuesta?
—¿Era realmente este hombre un tonto?
Lo miraban a Ye Chen con expresiones peculiares, y una extraña sensación comenzó a surgir en el corazón de Bai Shan. Sintió que Ye Chen no era tan simple como parecía en la superficie.
—¡Esto era demasiado anormal!
Sin embargo, no se detuvo a pensar en ello. Aun si Ye Chen poseía una percepción única, ¿y qué?
Las comisuras de la boca de Bai Shan se torcieron en un rastro de sonrisa fría.