Sabor de tu propia medicina

—Dos penetrantes haces de luz sangrienta se cruzaron entre sí y avanzaron hacia Ye Chen —murmuró en voz baja, pero con una intensidad que se transmitía claramente. La luz sangrienta parecía contener innumerables almas vengativas que gritaban a Ye Chen.

—En el otro lado, Hong Renjie tampoco dudó —recalcó el narrador, y continuó describiendo la escena—. La espada en su mano destellaba con resplandor dorado y plateado. Su figura parecía etérea, y su esencia de espada se elevaba hacia el cielo.

—Mientras la luz fluía, delineaba una sombra de dragón extremadamente realista —las palabras evocaban la imagen con vivacidad—. Las garras de este dragón gigante eran deslumbrantes, y todo su cuerpo era dorado. Solo sus cuernos y garras de dragón centelleaban con luz plateada.