Mu Yan se levantó del suelo y sacudió la cabeza. El ataque la había herido gravemente.
Los poderosos expertos que rodeaban a Ye Chen no lanzaban un ataque. En su lugar, observaban con gran interés.
Sería ideal si He Rong pudiera eliminar a Ye Chen y a Mu Yan.
Si He Rong no pudiera resolver la situación, ellos actuarían en ese momento.
Esta vez, Ye Chen y Mu Yan no podrían escapar, incluso si tuvieran alas.
—He Rong, en aquel entonces, mi padre salvó tu vida y te permitió vivir —exclamó Mu Yan mientras miraba a He Rong con decepción en sus ojos.
Ella podía entender que He Rong no quisiera oponerse a Jun Mochen. Sin embargo, atacarla no era diferente de traicionar a su maestro por beneficio personal.
Ye Chen suspiró. Los peligros de este mundo no podían explicarse en solo unas pocas palabras.
Originalmente, pensó que He Rong se uniría a ellos en la lucha, y tenía un cierto grado de confianza en sus posibilidades de escapar, pero ahora parecía que la situación solo empeoraba.