Hermano Bujie gritó con fuerza:
—¡Hermanos, quédense tranquilos, miren cómo el Señor Buda sacude los cielos y supera este decimoctavo rayo celestial!
Antes de que terminaran sus palabras
¡Boom!
Un masivo pilar de rayo cian, de más de treinta zhang de altura, cayó como si el dios envuelto en fuego y rayos estuviera furioso, buscando demolerlo todo.
En un instante
¡Retumbante!
¡El pilar de rayo engulló completamente a Bujie!
—Ah... —Bujie soltó un grito doloroso, sintiendo como si su cuerpo estuviera a punto de desgarrarse.
Desplegó defensas como el Escudo de la Campana Dorada y el Cuerpo Dorado de Buda entre las técnicas budistas supremas para resistir.
Pero, no importaba cómo se defendiera, todo era en vano.
Su piel, músculos y venas estaban extensamente desgarrados, ¡incluso sus huesos estaban quebrados!
—¡Bujie!
—¡Hermano Bujie!
—¡Hermano Bujie!
Xiang Kunlun y otros gritaron horrorizados, con el corazón en un puño.