—Solo para ver, Yang Luo estaba parado tranquilamente en el centro de la plaza, a diez pies sobre el suelo.
Sus manos estaban entrelazadas detrás de su espalda, su expresión indiferente, su cuerpo centelleaba con una luz dorada cegadora, emitiendo un aura inmortal e indestructible.
Debajo de él, el suelo de la plaza había explotado en un cráter gigante, de cien zhang de ancho y decenas de zhang de profundidad.
El vacío donde él estaba tenía aún más agujeros en él.
Una densa red de grietas irradiaba de él en todas direcciones, formando una enorme red negra.
Sin embargo, Yang Luo estaba completamente ileso, ni un solo pelo roto, ni siquiera su ropa estaba rasgada.
Se quedó allí quieto, como un inmortal antiguo, un Dios Celestial Antiguo descendiendo al mundo mundano.
—¡Toda la plaza quedó en silencio al instante!
—¡Podrías oír caer un alfiler!
—¡Estuvo tranquilo por un buen rato!
—¡El lugar entero estalló en un alboroto!