—Ja ja... Jajaja... —Yang Luo no solo estaba sin miedo, sino que también estalló en carcajadas, mirando al cielo.
Su risa resonaba a través de los cielos, reverberando en todas direcciones, rodando como el trueno, ¡ensordecedora!
Dentro de esa risa, había una inmensa audacia y suprema dominación.
Como si hubiera una fuerza capaz de barrer el cielo y la tierra, aniquilando todo.
—Pequeña bestia, ¿de qué te ríes? —Bai Yinfeng estaba muy molesto.
Las expresiones en Qiao Xianci y otros también se volvieron frías.
En sus ojos, Yang Luo, al ver que tantos de ellos venían a matarlo, debería estar aterrorizado, con el alma escapándose, ¡arrodillándose y suplicando misericordia!
Pero inesperadamente, esta pequeña bestia comenzó a reír, ¡lo que realmente los enfureció!
Yang Luo echó un vistazo a Bai Yinfeng y a los demás y dijo burlonamente:
—¿Están ustedes tan asustados, tan aterrados de mí que tuvieron que traer a tanta gente para matarme?