El Dragón Azul parecía haberse fusionado con el cielo, resonando con la familia Tenny y aprovechando el terrorífico y misterioso poder de la familia.
Bajo esta fuerza, la gente del Pico de la Matanza de Demonios estaba indefensa, sus cuerpos perforados y aniquilados en un instante.
Ethan Smith extendió sus brazos, protegiendo a todos bajo él. El castigo divino caía continuamente sobre los resplandecientes brazos dorados de Smith, dejando una serie de enormes hoyos sangrientos.
Al ver esto, Stanley Yoder y los otros cercanos soltaron una risita desdeñosa.
—Esta es la Bestia Guardiana que dejaron nuestros ancestros —dijo con sorna, con las manos tras la espalda—. Para enfrentarte a la familia Tenny, todavía te falta madurar.
Ethan Smith enfrentaba la terrorífica fuerza con dificultad. Manchas de sangre cubrían rápidamente su cuerpo, dejando innumerables cicatrices.
—¡Maldita sea! —Frederick Cohen rugió, saliendo a la carga con una barra de hierro en mano.