Nadie sabía cuántas personas se habían sentido atraídas por esta conferencia.
De todos modos, con innumerables alientos chocando en el aire, el ambiente estaba bastante tenso.
Si no fuera por las reglas de la Ciudad del Cielo, una gran guerra habría estallado en el lugar.
Ethan Smith caminaba silenciosamente por la calle con Salena Carpenter.
En los últimos días, Salena se había vuelto inusualmente silenciosa, no decía nada, como si estuviera reflexionando sobre algo. Incluso sus habituales festines se habían vuelto una rareza.
—¿Qué pasa? —preguntó Ethan con algo de preocupación.
Salena negó con la cabeza y dijo:
—Nada, solo pensando.
—¿Pensando en Alfred Freeman? —La cara de Ethan mostró un poco más de preocupación.
Aunque Salena parecía loca en la vida cotidiana, en realidad era una mujer que valoraba mucho las amistades.
No era exagerado decir que en sus ojos, los asuntos de sus amigos eran incluso más importantes que los suyos propios.