Al ver cómo Ethan Smith se acercaba paso a paso, la tercera princesa temblaba de miedo.
—Te gusta mirar caras bonitas, ¿no es así? Arruinaré tu cara —dijo Ethan Smith fríamente.
Al decir esto, su palma emitió una radiación dorada, lista para dejar una marca indeleble en la cara de la tercera princesa.
—No... no lo hagas... —La tercera princesa temblaba de miedo, y su cara ya estaba cubierta de lágrimas.
Pero a Ethan Smith no le importaba, su palma estaba cada vez más cerca, y el calor abrasador secaba las lágrimas en la cara de la tercera princesa.
—Por favor, nunca me atreveré a hacerlo de nuevo, déjame ir, déjame ir, por favor... —La tercera princesa estaba casi aterrorizada al punto de orinarse encima, sus ojos llenos de lágrimas.
Justo cuando la palma estaba por tocar su cara, Ethan Smith retiró la mano.
Ethan Smith no quería realmente matar a la tercera princesa; solo quería asustarla lo suficiente.