—¿Qué tal si... Santo Harris va primero? Puedo traer algo de lodo fresco de adentro junto con algo de qi caótico para ti, ¿qué te parece? —dijo Ethan Smith con una sonrisa amistosa.
—De ninguna manera, ¡tengo que asegurar tu seguridad! Después de todo, ¡eres un amigo de Jackson Harris! —declaró Jacob Harris con convicción.
—Corta eso, di si te atreves a no entrar. No me uses como tu excusa —rodó los ojos Ethan Smith.
—Señor Smith, mira lo que estás diciendo. ¿De qué tengo que tener miedo? Solo no quiero robarte el protagonismo —se rió Santo Harris.
Ethan Smith, no interesado en continuar este enfrentamiento verbal, tomó la delantera y se dirigió hacia la entrada de la Tumba del Caos.
En el instante en que entró en el monumento masivo, estalló una oleada de intensa intención asesina, y el intimidante qi caótico dentro de la Tumba del Caos hacía que cualquiera se sintiera perturbado.
Hasta donde alcanzaba la vista, había una luz tenue.
Usando esta luz, apenas podían ver.