La nave de batalla no era una cualquiera. Su diseño general se asemejaba a un ave kunpeng gigante con un cuerpo masivo que parecía oscurecer el cielo, brindando a las personas una sensación excepcionalmente opresiva.
La nave entera estaba forjada a partir de un mineral raro llamado oro divino negro, que era increíblemente resistente y reflejaba un brillo metálico frío.
La proa de la nave tenía forma de cabeza de dragón, poderosa y dominante, con ojos agudos que parecían estar vivos.
Debajo de la cabeza del dragón había un escudo inmenso, grabado con misteriosas runas de formación que emitían un resplandor tenue, aparentemente poseyendo capacidades defensivas formidables.
El casco estaba envuelto en una luz tenue, creada por formaciones dentro de la nave, que podían resistir varios ataques y dejar la nave sin daños.
Rodeando la nave, cuatro grandes formaciones rotaban en el aire, emitiendo una luz intensa, proporcionando propulsión para que la nave volara libremente en el cielo.