El Decano Garner, naturalmente, no era del tipo que se sienta a esperar la muerte. Luchó por ponerse de pie y lanzó una mirada fría a Chad Wilson, diciendo:
—Tú, Chad Wilson, no eres más que alguien que se aprovecha de una minoría...
Al escuchar esas palabras, un atisbo de ira apareció en el rostro de Chad Wilson.
Sin lugar a dudas, como favorito del cielo, no podía aceptar esas palabras.
Sin embargo, justo entonces, un Verdadero Santo dio un paso al frente y dijo:
—Chad Wilson no te ha desafiado personalmente. El evento de hoy es un asunto que concierne a todas las Familias del Salón del Monohorse, ¿cómo puedes acusarnos de excedernos en número?
Con estas palabras, Chad Wilson se sintió algo aliviado.
El Decano Garner apretó los dientes, mirando a la multitud y gritó:
—¡Vengan! ¡Incluso si debo morir, me llevaré a algunos de ustedes conmigo!
Al ver al frenético Decano Garner, la gente se sentía vagamente preocupada, excepto Chad Wilson, que ya no tenía ningún miedo.