Ocho Huevos Malos

Ahora, dos jefes habían llegado y Marshall Connell estaba hirviendo de rabia.

Pero no había nada que pudiera hacer.

Antes de venir, ya había aprendido de su hijo que los tres que lo atacaron eran dioses.

Hoy, ya se habían convertido en enemigos, destinados a ser formidables adversarios de la Región Norte en el futuro.

El potencial de esos tres prodigios sin duda alcanzaría su cima algún día, avivando una intención de matar en el corazón de Marshall.

Sin embargo, los superiores de la raza humana no le permitirían actuar en consecuencia.

Su influencia dentro de la raza humana era limitada.

Así, Marshall, que había llegado con ira, se fue en silencio.

El jefe de capataces miró hacia otro lado, frunciendo el ceño.

—Marshall está resentido. La Región Norte es un bastión crucial, una de las nueve líneas de defensa contra los demonios. Si algo sale mal allí, las consecuencias serían desastrosas.