—¿Cómo podría morir aquí?
Obligado por Braydon Neal a desatar su fuerza total, el joven demoniaco luchó hasta que la locura tomó control.
Diez mil espadas barrieron el aire mientras abandonaba su forma humana, transformándose en su cuerpo de dragón innato, tragando el sol y la luna para potenciar su fuerza de combate.
Su cultivo se elevó un reino entero—reino demonio verdadero.
Ahora su poder era comparable al de un demonio antiguo.
Desató todo lo que tenía—fuerza completa, cartas ocultas.
La espada en su mano cortó el aire, chocando con la tormenta de espadas.
—¡Matadlos! —gritó el joven demonio, cargando hacia adelante con su espada.
—El 30% de mi poder es suficiente para matarte —sonrió Braydon.
Tan pronto como habló, una espada apareció en su mano—la Espada del Rey del Norte.
A lo largo de los años, Braydon había empuñado más de uno o dos artefactos eónicos, pero el Rey del Norte era su arma elegida en esta vida.