—¿Cómo podría Gadin Jennings, que había superado el nivel diez, morir aquí sin más? —se preguntaba Braydon Neal.
—Ahora que Braydon Neal estaba aquí, ¿cuál era el propósito de Gadin? ¡Era hora de mostrarlo! —pensó con determinación.
—Braydon sabía que era peligroso, pero no podía dejar pasar la herencia de un experto trascendente de nivel diez.
—Quien no arriesga, no gana —reflexionó, entendiendo bien esta lógica.
—No hay almuerzo gratis en el mundo —se recordó a sí mismo—. Y si lo hay, simplemente es el cebo de alguien más, parte de un esquema más grande para obtener mayores retornos.
—En este momento, Braydon levantó la vista hacia el cuerpo de Gadin. Vestía una túnica blanca, delgado de figura, con siete pequeñas espadas negras flotando alrededor de sus pies —describió la escena con atención—. La pequeña espada entre sus cejas parecía formar una formación asesina.
—Había suprimido a Gadin durante incontables años —continuó observando.