—¿Fuiste tú quien lo hizo? —Braydon Neal sintió una ligera sorpresa pero, al mismo tiempo, no estaba completamente sorprendido.
Como líder de la familia Neal, Washborn Neal entendía la importancia de las reglas, por lo que tenía sentido que matara a Qabita cuando fuera necesario.
Al final, Washborn asintió.
—Había sido efectivamente obra suya.
Esa acción había enfurecido completamente a su hijo.
Con el corazón roto y desesperado, traicionó a la familia Neal en su furia.
Pasaron diez años.
Durante todo ese tiempo, albergó un fiero deseo de matar a su padre y vengar a su novia.
Incluso Braydon encontraba esta complicada situación un dolor de cabeza.
Como se esperaba, se convirtió en el nudo sin resolver en el corazón del orgulloso joven.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Braydon.
—Tane Neal —respondió el joven con un atisbo de arrogancia.
El genio número uno en la capital.
Cualquiera que escuchara este nombre sentiría un sentido de respeto.