Como se esperaba.
La alegría de Fedele Licata duró solo unos breves segundos fugaces.
Una presencia siniestra emergió dentro de las negras nubes arriba.
El relámpago, que antes tenía un tono negro-morado, ahora brillaba con un ominoso negro azabache.
Un aura destructiva surgió desde los cielos.
Este era uno de los dos rayos más aterradores de la tribulación de nivel diez: el Rayo Celestial de Destrucción.
Anteriormente, los cultivadores que soportaban el relámpago de tribulación podían confiar en sus tesoros mágicos para defenderse.
Pero contra este relámpago, todos los tesoros eran inútiles.
Su poder destructivo aniquilaba todo al instante.
Para sobrevivir, el cultivador no tenía otra opción más que confiar en su propia fuerza.
—Yo...
Fedele miró el relámpago negro azabache sobre él y maldijo entre dientes.
Podía sentir la abrumadora fuerza destructiva que emanaba de él.
No importaba qué tesoro mágico usara, no sería suficiente para resistir el golpe.