Fedele Licata calculó cuidadosamente.
Él aún tenía cuatro tesoros consigo, cada uno no menos funcional que aquellos diseñados para ocultarse del mundo.
Ahora, quedaban siete tribulaciones de nivel diez.
Si las cosas eran como sospechaba —que un tesoro podía soportar una tribulación celestial— entonces tendría que soportar tres tribulaciones él mismo.
Fedele no tenía idea de cuán aterradoras serían las próximas. Sin embargo, sabía que desesperadamente necesitaba un momento para recuperar el aliento.
Así que decidió: afrontaría con fuerza tres rayos más de tribulación celestial. Para los cuatro restantes, confiaría en sus tesoros. Incluso si no podían bloquearlos completamente, al menos tendría opciones.
Cuando el cuadragésimo tercer rayo de tribulación celestial tomó forma, se manifestó como un dragón de relámpago —más grande e imponente que el anterior.
Su dignidad inviolable era suficiente para hacer que una persona ordinaria temblara y colapsara de miedo.