¿De verdad crees que no me atrevo a acabar con Qiao Chen?

—Aprovechando su edad, He Yujuan decidió ir con todo. Apretó los dientes y puso cara de arpía. —Qiao Nian, no creas que puedes ser una sin ley solo porque conoces a algunas personas. Te lo digo, no tengo miedo. Ya soy vieja. De todas maneras, no viviré mucho tiempo. Iré a tu escuela y armaré un escándalo si no firmas el papel. Bloquearé la entrada de tu escuela todos los días y gritaré. No creo que seas tan desvergonzada.

—Si lo eres, está bien. ¡Veamos quién puede ser más desvergonzada! De todos modos, yo no estudio en tu escuela. A lo sumo, tiraré mi cara y arruinaré tu reputación. ¡Haz lo que te parezca! —Shen Qiongzhi la sujetó y se hizo la buena persona. —Mamá, ¿no habíamos quedado en hablar con Nian Nian adecuadamente? ¿Por qué estás haciendo esto? —Dijo como si no tuviera elección. —Nian Nian, mira a tu abuela. Tú conoces su temperamento. Yo tampoco puedo persuadirla. Definitivamente hará lo que dice. ¿Por qué no firmas la carta de entendimiento? No será una pérdida para ti.