Gu Zheng siempre había considerado esas cosas infantiles y aburridas. No tenía tiempo para ir a la playa a recoger conchas y hacer carillones de viento, pero en algún momento, un carillón de viento de concha apareció en su mano.
Tal vez los sueños no necesitan lógica. Todo era tan ridículo.
En el sueño, Mo Yuan le dio el carillón de viento a Marea Negra. Marea Negra lo aceptó felizmente y lo agitó en su mano. Sonrió dulcemente y dijo:
—¡El sonido del carillón de viento es hermoso!
Mo Yuan reveló una sonrisa de satisfacción, pero rápidamente desapareció. Siempre había sido tan frío como si no estuviera acostumbrado a reír. Cuando habló, su voz permaneció fría:
—¿Qué tiene de bonito el sonido de las conchas chocando entre sí? Te daré un regalo mejor en el futuro.
Al segundo siguiente, Marea Negra puso el carillón de viento en su oreja y lo sacudió suavemente. El ordinario carillón de viento de repente produjo sonidos que eran agradables al oído.