Las llamas de Noah tenían el mismo poder que su cuerpo. Transformaron un trozo entero del suelo en cenizas mientras enviaban sus nutrientes hacia él. Sin embargo, eso no fue suficiente para reparar su pecho destrozado.
—No puedo seguir luchando así —pensó Noah mientras guardaba la espada maldita y enderezaba su posición.
Madame Canson se sintió confundida. La técnica anterior era uno de sus ataques más fuertes, pero Noah había logrado destruirla de un solo golpe.
Una serie de grietas profundas cubrían su cuerpo gigante. El ataque la había herido a pesar de que tenía cientos de metros de cristales defendiéndola. Noah simplemente la había abrumado.
Madame Canson lanzó una mirada a Noah, y la ira llenó su mente. Juntó sus palmas, y una onda recta de cristales se levantó del suelo. El ataque se movió hacia Noah, y él cerró sus ojos para enfocarse en los interiores de su mundo oscuro.