—¿Habla en serio? —preguntó Alejandro finalmente una vez que el incómodo silencio se volvió insoportable—. ¿Siempre da órdenes a existencias más fuertes que él?
Jordán y Wilfred querían negar esa afirmación, pero se limitaron a suspirar. Noah podía ser dominante en ocasiones, pero había traído beneficios indiscutibles a la Legión.
—Hablemos un rato —suspiró Wilfred—. Te diré quién es el Demonio desafiante. Luego puedes elegir si escucharlo o no.
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Noah ignoró los eventos que ocurrían en el cielo. No le importaban demasiado. Alejandro era una existencia increíble, pero debía enfocarse en su poder y objetivos.
«Debo mejorar el taller antes de buscar a la organización secreta», pensó Noah mientras se sentaba con las piernas cruzadas dentro de su cueva. «Necesito más ases bajo la manga. No puedo depender tan seguido de la espada maldita como antes».