Los gritos intentaban resonar a través de las prisiones, pero el mundo oscuro de Noah cubría la celda del cultivador y contenía todo sonido. Solo tenues temblores se propagaban a través de su materia oscura, pero los espectadores no podían entender lo que sucedía dentro de la técnica.
Se sentía difícil cambiar una ley que no quería transformarse. Piezas de la existencia del hombre se desmoronaban en lugar de mutar. El cultivador tenía una gran determinación que Noah no podía destrozar con discursos o simples demostraciones de poder.
Noah aprovechó esa oportunidad para aprender más sobre la transformación. Sabía cómo su influencia afectaba al mundo y a las bestias mágicas, pero todo era diferente cuando se trataba de cultivadores reales, especialmente los seguidores de Cielo y Tierra.
—¡Detente! —gritó el hombre mientras estaba dentro del mundo oscuro—. Los gobernantes me han dado esta ley. No puedes quitármela.