1763. Núcleo

«La técnica del Supremo Ladrón estaba funcionando», pensó Noah mientras desplegaba sus defensas de nuevo, «pero necesito hacerle daño antes de usarla otra vez. Ya he malgastado la ley de Shandal por hoy. No puedo arriesgarme a exponer más de mis intenciones».

La superficie se había transformado en un infernal azul enloquecido. Pilares de fuego y lenguas escapaban de la matriz de llamas que parpadeaban entre el ruido incessante del campo de batalla. Las caras en su estructura añadían un toque macabro a la escena, pero Noah no podía dejar de sonreír.

Era raro que Noah encontrara una habilidad adecuada. Él no era como el Supremo Ladrón, que robaba todo lo que despertaba su interés. Noah era perfeccionista en lo que respectaba a su poder de batalla, y solo aceptaba técnicas que pudieran hacerlo más fuerte.