—¿Cómo estás haciendo esto? —gritó Gratia incrédula—. ¿Cómo estás destruyendo un poder que proviene directamente del Cielo y Tierra?
Noche no se movió, pero los ataques invisibles continuaron saliendo de su figura. Cortes y grietas se abrieron en el mundo de Gratia cada vez que el Pterodáctilo la golpeaba, y su existencia pronto superó el punto en el que el Cielo y Tierra podían sanarla sin un renacimiento completo.
Noche miró la incredulidad, la renuencia y la falta de voluntad en la cara de Gratia. Conocía demasiado bien esas emociones. Eran los mismos sentimientos que había experimentado durante su Primera vida cuando ascendió solo para encontrar un mundo lleno de luz.
Cielo y Tierra establecieron el sistema y la equidad, pero no involucraron sentimientos en sus cálculos. Todo era una cuestión de equilibrio entre el potencial y los castigos, pero nunca se preocuparon por los defectos obvios de ese Entorno.