CAPITULO TREINTA Y SEIS: QUIZAS ALGUN DIA

El Barco propio de un anciano de la Santa Iglesia de Motzu era gigantesco, media casi la totalidad de dos edificios de veinte pisos, y podía recorrer cientos de kilómetros en pocas horas, realmente una maravilla de los herreros de la humanidad.

Ahora en este barco, había cinco personas.

El Maestro Sonu quien comandaba el barco sus dos discípulas. Y, además, en la parte trasera estaban Adrián y Bai Guoer. 

Adrián estaba mirando como poco a poco se alejaban de la Ciudad Estaciones diversas, además, desde esta altura podía ver a lo lejos, la ciudad prohibida. 

El boticario Gu no tuvo ningún problema en dejarlos ir, solo tenían que pagar todas sus deudas, parecía que solo le importaba su dinero, a la vez que Bai Guoer pago el dinero que debía para ya no ser más su esclava.

Fue muy emotivo verla despedirse de sus padres, pero incluso ellos sabían que esto era una bendición para su hija, ella podría desarrollarse y crecer incluso más fuerte que ellos mismos.

Después de despedirse, Adrián también miro hacia un punto en la lejanía. Su hogar, pero ya no había nadie esperándole, simplemente suspiro. 

Ahora que viajaban a bordo del barco del Maestro Sonu, Adrián tenía que tener cuidado con sus movimientos.

Era una lástima que no podía regresar a la ciudad prohibida para recoger todas sus plantas, pero al menos, tenía muchas de ellas dentro de su sombra, además de sus semillas junto a su propio caldero. 

No sabía cuanta capacidad de almacenamiento había dentro de su sombra, pero no lo iba a poner a prueba.

Simplemente no quería cometer un error si no sabía a qué se enfrentaba. 

Mientras el barco avanzaba a grandes velocidades.

Las dos hermanas se retiraron hacia el camarote superior donde parecía ser sus habitaciones. 

El Maestro Sonu podía ver como su discípula Jazmín miraba con curiosidad a Adrián, solo pudo reírse y pensar en la juventud.

A la vez que se puso a recordar como Adrián le había hecho una interesante pregunta, algo que nadie se atrevió a preguntar. 

Como Anciano de la Santa Iglesia de Motzu tenía a miles de jóvenes dispuestos a ser sus discípulos, dispuestos a cumplir sus expectativas.

Pero Adrián no parecía ser esa clase de discípulo.

"Matar al rostro del Inmortal Demonio, jajaja. Esto sí que es interesante, desde hace cuántos años, no había recibido tal respuesta" – Cada vez que lo recordaba, se sentía eufórico, hace mucho tiempo que su cultivo había alcanzado un nivel sorprendente, pero no podía dar otro paso, parecía que se había olvidado porque había cultivado.

Pero lo recordó este día claramente, cuando miraba al cielo, y miraba el rostro del Demonio.

"Le prometí que podría asesinarlo" – Él se rio por su promesa, ahora era el quien debía cumplir las expectativas de su discípulo. Pero nunca podrá olvidar como un simple niño, apunto al cielo con una voluntad que podía partirlo. 

Mientras pensaba en eso, de pronto en el cielo una terrible nube negra se movió desde un costado, esto no pasó desapercibido para el Maestro Sonu, quien pudo ver que se movía en la oscuridad. 

Por su porte, era incluso más grande que su propio Barco, pero no le importaba. 

El Maestro Sonu miro a tal criatura, era una criatura maldita y no eran raras encontrarlas.

Cuando la criatura se acercó, incluso Adrián pudo mirar a la criatura, la cual tenía la forma de un ave, pero estaba rodeado de miasma negro el cual parecía pudrir todo lo que tocaba. Las plumas del ave revoloteaban con el aire, haciéndolo parecer muy feroz. Ese miasma el cual se desprendía de la criatura maldita golpeo al barco, provocando que este se detuviera, la barrera protectora del barco se activó protegiéndolos. 

 Al ver que no podía pasar, la horrorosa ave, abrió su pico, y pego un chirrido, el cual empezó a quebrar los oídos de cualquiera que lo escuchara.

"¡HIIIIIRAAA!"

Su grito hizo que los oídos de Adrián y Bai Guoer tronaran. Si no fuera por la barrera protectora en el barco, hubieran muerto por la diferencia de poder.

Parecía que la maldita Ave estaba haciendo todo lo posible para romper la barrera, queriendo pasar a toda costa, para poder comérselos. Pero en ese momento el Maestro Sonu movió su palma hacia el frente. 

"¡Fuera!" – Solo dijo una palabra, y de pronto fue como si el propio el cielo hubiera aceptado su orden, las nubes empezaron a partirse en dos, y de ellas, poco a poco bajo un rostro cubierto de oro se manifestó atrayendo un aura sagrada provocando una erupción de poder que empezó a quemar a el ave maldita.

El ave maldita empezó a dar gritos de lamento mientras soltaba el barco, y se alejaba a toda velocidad. 

"¡HIIIIIIRAAAAA!"

Adrián miro al ave maldita marcharse a toda prisa, esa aura era tan poderosa que podía sentir que, si hubiera sido atacado, hubiera muerto más de cien veces, pero el Maestro Sonu logro repelerlo con una simple palabra.

Esto le hizo conocer la disparidad entre sus fuerzas, sin embargo, Adrián aun no podía creer en el maestro Sonu, simplemente quería usarlo para aumentar su fuerza. 

El Maestro Sonu podía ver la mirada de su discípulo, y solo pudo suspirar. 

Después de que todo se calmara, el Maestro Sonu dio dos golpes al bote, con el cual este empezó avanzar nuevamente. En todo este tiempo, las dos hermanas nunca se presentaron, como si fuera normal que esto hubiera sucedido, pero para Adrián y Bai Guoer era algo de gran impacto.

El Maestro Sonu miro a sus dos nuevos discípulos, por lo cual se acercó a ellos. Como Maestro debía enseñar, y a la vez calmarlos. 

"Esa ave es conocida, como la Corrosión viviente, su cuerpo es increíblemente resistente a todo tipo de ataques, pero su miasma puede desintegrar todo lo que toque, por ningún motivo deben acercarse a su nido, y si encuentran rastros de miasma, alejarse lo más pronto posible, es una maldición, la cual hará todo lo posible para tratar de comerte una vez que estes a su vista" - Comento el Maestro Sonu con una simple carcajada, parecía que ya estaba acostumbrado a este tipo de ataques de aves malditas. 

Adrián siempre estuvo interesado en el tema de las maldiciones después de todo no era ajeno a ellas, ya lo había vivido en carne propia en la ciudad prohibida punto espiral. 

Pero frente a un maestro que conocía todo el continente realmente tenía bastantes preguntas.

"Maestro Sonu ¿Por qué existen las maldiciones?" – Adrián pregunto, realmente quería saberlo, desde pequeño veía al cielo y siempre había estado el Rostro del Demonio clavado con una espada, nunca se había preguntado porque existían tales cosas, hasta que toda su ciudad fue destruida. 

Ahora tenía la oportunidad de conocer mucho más, y quería saberlo todo.