Joanna Lawrence siguió a Ashton Heath hasta el estacionamiento y luego subió a su coche.
—¿Todavía estás molesta? —Ashton Heath miró a su esposa, quien estaba en silencio y triste, y la abrazó suavemente en sus brazos.
Su gran mano aterrizó sobre su cabeza, acariciándola gentilmente dos veces:
—No estés triste ya, tienes a muchas otras personas que te aman. Están Jeremy y la Señora White. No te pongas triste por los que no lo merecen. Yo me sentiría desconsolado, ¿entiendes?
Joanna se recostó en el cálido y firme pecho del hombre y olió el aroma familiar de él. Su corazón se volvió instantáneamente increíblemente tranquilo.
Se sentía como si estuviera en un sueño.
Solo el claro latido del corazón en sus oídos y el calor que sentía en su mano le hacían sentir que era real,
Permitiéndole sentir claramente que el hombre a su lado verdaderamente existía.
Ashton Heath, verdaderamente había venido a Frankfurt, a estar a su lado.