Jacob Powell guardó silencio durante unos segundos antes de aceptar:
—Está bien, Quinn, haremos lo que dices. Después de la competencia, te quedarás en Libanan para recuperarte de tu enfermedad. Conmigo a tu lado, definitivamente estarás sana y feliz. ¡Siempre serás la hija más querida de la familia Powell!
Quinn Powell sonrió dulcemente, sus ojos llenos de triunfo. Dejar que Xaviera Evans vaya a la cárcel ahora sería demasiado fácil; es mejor dejarla ver cómo su propia gloria es arrebatada, cómo sus seres queridos le dan la espalda uno por uno, y luego entrar en la cárcel con desesperación y dolor, solo para soportar la tortura de la extracción de sangre al final.
Satisfecha consigo misma, Quinn Powell regresó a su dormitorio y tomó su teléfono para hacer una llamada:
—Mi error anterior, pero esta vez, Xaviera Evans no tendrá ninguna oportunidad.
Una voz joven y orgullosa vino del otro lado del teléfono:
—¿Estás tan segura de eso?
Quinn Powell rió entre dientes: