Bendición de la Deidad

Al oír las palabras obstinadas del joven, la vieja voz dijo con fastidio:

—Pero sufrirás castigo divino si sigues haciendo esto. No es su destino recibir esta bendición y claramente estás alterando sus destinos!

—¿No dijiste que querías reparar los agujeros en este pequeño mundo y me pediste que lo hiciera? Ahora que lo hice por ti, todavía no estás contento. ¿Qué es exactamente lo que quieres, viejo? —preguntó descontento la voz joven.

—Te dije que arreglaras el agujero, no que lo arreglaras creando más problemas para mí. ¿Sabes lo que le pasará a nuestras cabezas si Su Majestad sale del retiro y descubre el lío que has hecho? —preguntó la vieja voz.

—Siming, después de vivir tanto tiempo, ¿te has vuelto tan tímido? —preguntó la voz joven, chasqueando la lengua.

Irritado por sus palabras, Siming dijo: