—Dem me empujó contra la pared y nuestros labios chocaron. Sentí calor por dentro, como si algo se encendiera en mí. Me incliné hacia el beso, mis dedos en su cabello. Lo quería cerca de mí, tan cerca como fuera posible. Sus brazos estaban firmes a mi alrededor. No importaba. No importa cuán cerca estuviéramos, siempre querría que me atrajera aún más.
—Estar con él ahora era justo como cuando había estado con él por primera vez. Sabía que lo amaría, admitiera o no. Y sabía que me llevaría al punto más alto del placer.
—Quería que me arrancara el camisón. Quería que me follara contra el mundo —duro y sin piedad—. Quería que me follara como si no hubiera mañana. Solo entonces, quedaría satisfecha.
—Eres mía—susurró en mi oreja mientras sus labios dejaban los míos—. "Siempre mía".