—¿Estás seguro de que no deberíamos salir juntos de aquí? —preguntó Arabelle, mientras sus ojos se encontraban con los de Rafe.
—Sal cuando te invite. Quiero presentarte adecuadamente como la próxima reina a mi gente —Rafe sacudió lentamente la cabeza.
Le dio una palmadita tranquilizadora en la mano, pero luego su expresión se oscureció ligeramente. Sus manos estaban más frías que el hielo. —¿Estás realmente tan nerviosa? ¿Qué te preocupa?
—Solo ve y hazlo. Vendré cuando sea necesario —Los labios de Arabelle se presionaron en una línea delgada mientras negaba con la cabeza. No podía obligarse a contarle sobre el sentimiento de inquietud que se había instalado en su pecho. No lo entendía, pero algo se sentía terriblemente mal.
Rafe quería preguntarle qué la preocupaba, pero asintió, inseguro de si debía presionarla. Pero entonces, dio un suspiro profundo y caminó hacia el pódium.