¿Nos extraña?

—Ella va a ser mi muerte —suspiró Demetri, su mirada fija en su Nora, quien estaba al otro lado de la habitación, siendo el centro de atención entre un grupo de hombres. Su risa resonaba como música, atrayéndolo sin esfuerzo a él y a los demás. Eran los demás el problema.

—Erasmi se recostó en la silla, una sonrisa socarrona jugueteaba en sus labios mientras observaba a su gemelo —Te he oído decir eso desde hace más de una década —dijo con un toque de burla, moviendo su bebida con pereza —Y sin embargo, aquí estás—todavía vivo, todavía pateando, y todavía encontrando algo de qué quejarte.

—Sí, bueno —murmuró Demetri, frotándose la nuca mientras sus ojos seguían pegados a la escena —Mi corazón ha estado recibiendo golpes, uno tras otro, cada vez que veo esos buitres rondándola. Solo porque es hermosa no significa que tengan que acudir a ella como polillas a la llama. ¿No pueden ver el anillo de boda? ¡Está justo ahí en su mano, por el amor de Dios!