El nacimiento de un Dios (cont.)

—¿Cómo puedo ayudar? —preguntó Damon ansiosamente. No le gustaba la idea de que Talia fuera probada sin él presente.

—Usa vuestro vínculo —dijo Astraea a Damon—. Envía a tu pareja y a tu hijo confianza, apoyo, amor y cualquier otra cosa que desees darles. Abre tu mente y siente el mundo que te rodea. Deja que tus instintos te guíen...

Astraea comenzó a cantar melódicamente, y Talia pensó en cómo se parecía a la canción de las hermanas Wilkow.

—¿Qué es eso? —preguntó Talia.

—Cuando usamos nuestra energía, lo hacemos con un pensamiento. Las energías sin mente necesitan ser persuadidas para cooperar si no queremos arriesgarnos a que se vuelvan hostiles —respondió Astraea—. Esta canción las atrae y nos permite canalizarlas como propias.

—Escuché algo similar cuando cinco hermanas potenciaron las energías para ayudarnos a luchar contra los Guardianes —dijo Talia.

Las facciones de Astraea se endurecieron. —¿Los Guardianes? ¿Esos mestizos se atreven a llamarse así?