Damon se puso en pánico.
—¿Por qué Talia se sujetaba el estómago? ¿Había algo mal con el bebé?
—¡Sabía que esos humanos traerían problemas! —Por eso exigió privacidad, y por eso quería que Talia se quedara atrás y dejarlo a él manejar a los intrusos, pero ya era demasiado tarde porque ellos estaban aquí y ella estaba alterada.
Damon corrió a sostener a Talia. —¿Qué pasa, gatita? ¿Debería llevarte a la cama? ¿O llamar a un médico?
La cabeza de Damon giró bruscamente para mirar a Nadia, Alicia, Brad y Gabriel, que estaban petrificados. No eran hombres lobo, pero podían percibir que algo era diferente en las dos personas frente a ellos. Los ojos y el cabello de Talia cambiaron de color, y Damon trepó el árbol como si fuera nada, y... el aire a su alrededor era inusual, peligroso.
—¡¿Cómo se atreven a lastimar a mi pareja!? —Damon gruñó.
—Damon... —Talia llamó con voz tensa—. El bebé...