—¿Terminaste con tu reunión? —preguntó Cornelia cuando James llegó hasta ella.
—Mhm… —murmuró y se sentó en la roca a su lado.
Ella amaba cómo su brazo la rodeaba para atraerla hacia él. Era cálido y sólido y destilaba seguridad y confort.
—¿Fue bien? —preguntó Cornelia.
—¿Dudas de tu hombre?
—Nunca.
Cornelia soltó una risita cuando James pasó la mano por debajo de sus piernas y la levantó como si no pesara nada. Siempre le encantó lo fuerte que era.
La puso a sentarse en su regazo y ella se acomodó antes de apoyar su cabeza en su hombro.