Da Bao sacó el retrato del Viejo Maestro Lu que había dibujado. La precisión de sus trazos y su expresión creativa sorprendieron a todos los presentes.
—Esto no parece el trabajo de un niño de cinco años. ¡Realmente es un genio! —Estas palabras eran completamente sinceras y no meras adulaciones.
Aquellos que conocían algo de arte no pudieron evitar acercarse para observar.
El Viejo Maestro Lu también sabía algo de arte. Al ver lo talentoso que era Da Bao, no pudo evitar reír a carcajadas de satisfacción.
Liao Xintong presentía que algo estaba mal, pero no podía descubrir qué era.
Sus amigas detrás de ella tampoco se atrevían a hablar delante del Viejo Maestro Lu.
El Viejo Maestro Lu extendió su mano en un gesto para apaciguar el ruido en la habitación. Él dijo: