La madre de Da Bao

—Déjame mostrarte algo —Lu Heting sostuvo el hombro de Su Bei y la llevó a un rincón del comedor.

—¡Sí, claro! —Su Bei abrió sus ojos y los llenó de ilusión. No sabía qué quería mostrarle Lu Heting.

Su cara estaba roja y sus largas pestañas revoloteaban.

Lu Heting extendió la mano y presionó un botón. La pared se abrió como una cortina, revelando un nuevo mundo ante Su Bei.

Ella gritó sorprendida. Frente a ella había una amplia sala. Era mucho más grande que el lugar en el que se encontraba ahora.

Lu Heting le había mencionado antes que había despejado todo el piso. Para expandir el espacio, también se aseguró de despejar los pisos superior e inferior. Luego, utilizó otros métodos para reforzarlos.

Ahora que el espacio renovado se desplegaba ante ellos, todavía conseguía hacer brillar sus ojos. El simple edificio de apartamentos parecía haberse transformado en otro completamente diferente. Era más grande que una villa, y las decoraciones también eran impecables.