—No tienes que venir. Estaré bien.
No quería que Su Bei se sintiera agraviada.
—No importa. Puedo ir. No me sentiré agraviada. Lo he pensado. Ella es tu madre. No fue fácil para ella criarte hasta esta edad. Si yo estuviera en su lugar, también me resultaría difícil vivir en paz el resto de mi vida si mi esposo me engañara y tuviera que criar a mi hijo sola.
Esto no era que ella bajara la cabeza ante la señora Lu. Ella era simplemente una mujer pensando en el lugar de la señora Lu.
Ella también quisiera hacer la vida de su esposo un poco más fácil. No estaba dispuesta a verlo atrapado entre su madre y su esposa.
—Su Bei... —Lu Heting sabía que ella siempre había sido magnánima, pero lo que ella decía y hacía aún lo conmovía profundamente.
—No puedo ser tan cercana a ella como una madre y una hija, pero aún podemos vivir en armonía. —Su Bei sonrió.
—De acuerdo. —Lu Heting la atrajo hacia sus brazos.