Capítulo 3:"Bañándome como un cavernícola en un mundo de fantasía"

Después de todo lo ocurrido, una cosa era segura: no pensaba seguir caminando con restos de mi propia vergüenza pegados a mí.

—Groki, necesito agua. Urgente.

El goblin me miró de arriba abajo y luego olfateó el aire, frunciendo el ceño con una mezcla de sorpresa y asco.

—Sí… eh… creo que te vendría bien.

Por suerte, encontramos un pequeño río en el camino. Sin pensarlo dos veces, me lancé al agua, restregándome con la desesperación de alguien que acaba de sobrevivir a un oso asesino gracias a una explosión poco digna. Groki, mientras tanto, se sentó en la orilla, mirándome como si fuera el espectáculo más raro que había visto en su vida.

—¿Siempre haces ese tipo de magia extraña con el trasero?

—¡No fue magia, maldita sea! Fue un accidente biológico.

—Pues, si aprendieras a controlarlo, podrías ser imparable en batalla.

Me detuve en seco, viendo mi reflejo en el agua. ¿De verdad estaba teniendo una conversación filosófica sobre convertir la diarrea en un arma letal?

—No pienso discutir esto, Groki. Solo dame un trapo o algo para cubrirme.

El goblin sacó un pedazo de tela de su bolsa y me lo lanzó. No era la gran cosa, pero al menos podía taparme lo necesario.

—Bien, ahora que estás limpio, sigamos. No quiero que llegues a la aldea y el jefe piense que estoy reclutando humanos sucios.

—Porque claro, la higiene es la máxima prioridad cuando vives en una isla donde te tiran para que te mueras.

—Exacto, te estás adaptando rápido.

Suspiré, resignado. Mientras caminábamos, Groki decidió seguir hablándome del mundo. Me contó que esta isla se encontraba en el mar del Este, bajo la influencia del Imperio Rakistan. Según él, los goblins de su aldea fueron desterrados aquí por culpa de ese imperio y ahora vivían en este lugar de muerte.

—Así que básicamente los usaron como basura reciclable y los tiraron aquí.

—Exacto, pero nos las arreglamos.

También me habló de los otros reinos: los enanos y los elfos, que siempre han tenido sus rencillas, pero que en su momento se vieron obligados a aliarse contra los demonios en una gran guerra.

—¿Una guerra contra demonios?

—Sí.

—¿Y necesitaban unir tres reinos solo para vencerlos?

—Los demonios son, por naturaleza, una de las razas más fuertes. Su capacidad física los hace superiores a todas las demás. Casi ganan la guerra…

Groki se detuvo y señaló al frente.

—Bien, ya casi llegamos.

Al subir una pequeña colina, pude ver la aldea goblin. Estaba rodeada por una muralla de madera reforzada con huesos gigantes.

—¿De dónde sacaron esos huesos…?

No terminé la pregunta, pero algo me decía que no quería saber la respuesta. Desde donde estaba, podía ver la enorme puerta de la aldea, custodiada por goblins armados en torres de vigilancia. Todo, desde las torres hasta las puertas, estaba decorado con los mismos huesos enormes.

Groki me hizo un gesto para que esperara mientras hablaba con los guardias en un idioma que no entendí. Luego de unos minutos, se giró hacia mí y sonrió.

—¡Richard! ¡Ven, ya podemos pasar!

Y así, sin saber si esta aldea sería mi nuevo hogar o mi tumba, puse un pie dentro de lo que los goblins llamaban su refugio.