El fin de la guerra II
Todo a lo que hay a mi alrededor no es más que un oscuro vacío. Un abismo tan sombrío como la misma noche, es como estar flotando en el medio de la nada y sin poder hacer algo al respecto, deje que mi cuerpo vagara con tranquilidad por aquella oscuridad envolvente y fría.
"¿Dónde estoy…? Acaso ¿Estoy muerto?".
Mis pensamientos fueron interrumpidos al ver que una radiante luz que comenzó a emerger de la lejanía del vacío, obligándome a cerrar los ojos debido a la fuerza de su brillo. Use mis brazos para tapar mi rostro esperando a que aquella luz dejara de encandilar mi vista. Luego me percate de que mis pies sé encuentran tocando una superficie sólida.
"¿Qué?".
Abrí mis ojos para comprobar si seguía en aquel vacío. Pero fue todo lo contrario, veía las baldosas de piedra que tocan mis pies. Levante mi mirada para observar los alrededores y comprobar donde me encontraba y quede atónito al verlo.
"Este es mi hogar, Pero… ¿cómo es que llegue aquí?".
Son las afueras de mi castillo en Velo invernal, aun confundido, recorrí el lugar con cautela, caminando por los pasillos del castillo, por los jardines y las afueras de este, hasta llegar a la gran puerta que daba salida hacia la ciudad, donde me encontré a muchos guardias con las armaduras de Frostland, quienes estaban divididos en dos filas rectas, con sus lanzas firmes. Me acerqué a ellos con algo de duda y decidí hablarle al más cercano.
—Soldado… ¿Qué ocurre aquí?
Este no me respondió, seguía igual de callado que los demás, ni siquiera me veían al rostro y eso desde luego me incomodo. Estaba a punto de retroceder, pero antes de hacerlo el mismo guardia al que le hice la pregunta, volteo su cabeza para mirarme fijamente, lo que me causo un escalofrió.
—Ellos te esperan.
Finalmente, uno de ellos me dirigió la palabra.
"¿Esperarme…?, ¿quién?".
Le pregunté al guardia sobre quien o quienes me estaban esperando, pero este guardo silencio y volteo su cabeza a su posición original, mirando a la nada. Suspire resignado y rasque mi cabeza pensando en que debía hacer ahora, sin embargo, no lo tenía claro.
—Al menos contéstame esto, ¿Dónde me esperan estas personas?
—En las afueras de la academia Winter, cerca del lago, ellos estarán ubicados en una colina nevada. Debería poder verlos al llegar.
—Eso es bastante lejos.
Aquel guardia no volvió a responderme, solo levanto su brazo y a punto con su dedo índice las afueras de la ciudad. Dude un poco, pero decidí hacerle caso, fui a los establos y tome uno de los caballos que encontré en el corral. Este corcel es un semental de pelaje marrón, un poco arisco y rebelde, pero al montarlo y acariciar su pelaje el animal se calmó.
—Buen chico, andando.
Cuando salí de la gran edificación me adentré en la ciudad de Velo invernal, para mi sorpresa esta se encontraba totalmente vacía, no había ningún ciudadano, herrero o artesano. Era como si todos hubieran desaparecido.
"¿Dónde se metió todo el mundo?".
Seguí galopeando al animal hasta salir de la ciudad, dirigiéndome a la academia donde alguna vez fui educado y donde mis hijos también irán cuando pisen su adolescencia. Llegue hasta el lago y baje del caballo para buscar con mi vista a alguien en el lugar, pero no encontraba a nadie.
"¿A quién se supone que debo buscar?".
Mientras seguía perdido en mis pensamientos, el bullicio de unas carcajadas llamo mi atención. Ascendí una pequeña colina cerca del lugar, la nieve ralentizaba mis pasos, pero finalmente llegué hasta la cima de la colina, donde pude ver los causantes de tanto alboroto, pero debido a los rayos del sol no era capaz de distinguir bien sus figuras.
—¡Siendo así de lento jamás me atraparás!
"¡Esa voz… la reconozco!".
—¡Deja de correr! ¡Cuando te atrape te vas a enterar!
"¡Esa otra también!".
—¡Hijos!
Los niños se quedaron estáticos al escucharme, se miraron el uno al otro y comenzaron a correr hacia mí gritando con emoción y alegría. Mientras se acercaban a mi pude enfocar mi vista y verlos con claridad. Un niño de cabello lacio y de color verde que llega hasta sus hombros y sus ojos del mismo color que su pelo. Corriendo junto a este, un niño más pequeño, pero este tiene el cabello corto y del mismo color que sus ojos, un castaño oscuro.
—¡Es papá!
—¡Padre está aquí!
Sin pensarlo corrí hacia ellos, acortando nuestra distancia y envolviéndolos entre mis brazos. Levante a ambos y apoyé mi frente junto a la de ellos, no pude evitar esbozar una sonrisa de alegría y junto a pequeñas lágrimas que salían de mis ojos.
—Lorian… Dorian… hijos míos.
Entre risas y abrazos baje a los niños al suelo, me arrodille y revolotee sus cabellos con mis manos.
—¿Qué hacen aquí solos? ¿Por qué no vinieron con escolta?
En ese momento Dorian toco mi nariz con su dedo índice. Separe un poco mi rostro para mirarle a los ojos, como dos peces en el agua.
—No estamos solos, mamá nos está cuidando.
Mi cuerpo se entumeció al escucharlo, lo miré algo incrédulo, pero él tiene una mirada muy segura.
—Su madre… ¿Ella está aquí?
Mire a Lorian quien asintió y me guio con su mirada hacia un enorme pino cubierto de nieve.
—¡Está justo allí!
Pude divisar esa figura femenina sentada en una manta. Con su vestido amarillo y su larga falda que hace juego con su cabello castaño claro y sus ojos cafés. Cada vez que la veía mi corazón latía con fuerza y mis mejillas se tiñen de rojo. Ella es la dueña de todo mi ser.
—Theresia.
Mientras cargue a Dorian en mi brazo derecho, con mi mano izquierda tome a Lorian de la suya y nos acercamos a Theresia quien nos miraba con una hermosa sonrisa.
—¡Mira mama! ¡Encontramos a un papá salvaje!
—¡Grrr!
Seguí el juego de mi pequeño, de la misma manera que Theresia cuando poso su palma cerca de su boca. Aparentando estar impresionada.
—¡Oh, dios mío! Parece ser peligroso. Porque no dejan que su madre lo tranquilice.
Ella me miro con una expresión tan suave y relajada que me hace sentir en paz y tranquilidad. Nadie más que ella puede hacerme sentir así. Dejé a Dorian en el suelo y solté a Lorian permitiendo que ellos se diviertan cerca de nosotros.
—Amor mío ¿Qué hacen aquí sin ningún guardia cuidándoles? Es peligroso.
Ella con su mano palmeo a un lado suyo invitándome a sentarme, acepte con gusto y al hacerlo pose mi mano sobre la suya, ella entrelazó sus dedos con los míos, mirándome con rubor en sus mejillas.
—Deja de preocuparte fortachón. En estos momentos puedes relajarte con tu familia ¿sabes?
—¿Fortachón? Me halagas querida.
Mientras los niños juegan a las atrapadas en la nieve, Theresia y yo estamos recostados en el árbol, mirándolos. Apoyé mi cabeza en su hombro y sentí su aroma que es para mí lo que un licor es para un borracho.
Por alguna extraña razón tengo un sentimiento familiar, como si todo lo que estoy viendo ya hubiera pasado…
—Sabes algo Theresia… tuve un sueño muy extraño.
Ella me miro a los ojos con curiosidad.
—¿Un sueño?
Intente recordar algo, pero me es imposible, es como si tuviera un bloqueo, por más que me esforzara no podía hacerlo.
—¿Qué clase de sueño?
—No lo recuerdo… pero creo que era algo importante.
—A lo mejor fue una pesadilla ¿No crees?
Me separé de su hombro y la miré directo a los ojos.
—Imposible. Las únicas pesadillas que tengo son cuando tu madre aparece en ellas.
Ella frunció su ceño e hizo un puchero para luego voltear su mirada enojada.
—¡Por Samahín! ¡Siempre peleando con mi madre!
—¡Perdón! ¡N-no quise hacerte enojar!
Sin saber qué hacer al respecto, lleve mi mano a su mentón y voltee su rostro hasta quedar frente a mí y luego deposite un suave beso en sus labios.
—¿Será suficiente?
"¿Qué clase de pregunta acabo de hacer?".
—Eres muy atrevido.
—¿Lo soy? En ese caso… perdón.
Ella se rio un poco y me devolvió el beso, para luego recostar su cabeza en mi hombro.
—Pero eso no me molesta.
El tiempo pasó y los niños se cansaron de tanto jugar, por lo que volvieron donde nosotros y se durmieron en el regazo de su madre. Mire celoso esa escena, hasta moví un poco a Lorian para que me dejara un lugar, pero este solo aparto mi mano con molestia.
"¡No seas tacaño!".
Sin más remedio me rendí y admiré junto a mi mujer el paisaje que Frostland nos ofrecía. Un hermoso lago el cual no se congelaba por más frío que hiciese y los pequeños copos de nieve que caen al suelo con lentitud.
—Sabes algo cariño...
—¿Qué sucede?
Ella me miro a los ojos.
—Presiento que nuestros hijos serán grandes personas cuando sean adultos.
—¿Qué te hace pensar eso?
—No lo sé… ¿Intuición de madre quizás?
Ella acarició los cabellos de Lorian quien se está profundamente dormido.
—Lorian ocupará tu lugar como rey algún día, sé que sabrá hacer lo correcto, después de todo es igual a ti. Enérgico, valiente y muy firmes con sus decisiones.
Luego miro a Dorian haciendo el mismo gesto y removiendo algunos mechones que tapaban su rostro. No pude evitar pellizcar la mejilla de este último, pero aun haciendo eso este ni se despertó.
—¡Qué sueño tan profundo! No estará muerto ¿verdad?
Ella se rio ante mí reaccionar, ni siquiera yo dormía tanto luego de una larga jornada de trabajo, la cual consiste en firmar peticiones del reino, hacer juntas diplomáticas, asesorar territorios y poblados cercanos. Esa clase de cosas.
—En cambio, Dorian se parece mucho más a mí. Tranquilo, sereno y también…
—¿Despreocupado?
Hubo un silencio incómodo y ella me observo con una mirada extrañada.
—No soy despreocupada…
Por mi parte, yo la miré con incredulidad.
"No eres buena mintiendo…".
Ella levantó su rostro y admiro el cielo, hice lo mismo que ella, el cielo era bello, pocas veces tengo la oportunidad de verlo con detenimiento. Mientras miramos el cielo con tranquilidad, ella me hablo.
—Sabes… me gustaría que pases más tiempo con Dorian cuándo tengas oportunidad.
La miré algo apenado, sé a lo que se refiere y no puedo negárselo.
—Bueno… es verdad que le presto más atención a Lorian que a él. Pero sabes que no es apropósito, los quiero a ambos de igual manera.
Ella suspiró resignada.
—Eso lo sé y lo entiendo, al igual que Dorian lo hace. Pero a lo que me refiero es que él busca algún elogio de tu parte.
—¿Elogio? ¿Solo eso?
Ella negó con su cabeza.
—Morgan, cuando eras niño, ¿no hacías lo imposible para que tu padre reconociera tus logros?
No sabría decirlo con exactitud, aunque es verdad que siempre que mi padre reconocía mis esfuerzos, me ponía de muy buen humor, y volvía a intentar hacerlo feliz y que se enorgulleciera de mí.
—Supongo que tienes razón…
—Es lo mismo que hacen ambos niños, buscar tu aprobación. Por eso confió en que cuando ambos consigan hacer algo por su cuenta, seas capaz de reconocer sus esfuerzos por igual. ¿Entiendes? Nada de favoritismo.
—Lo tendré en cuenta.
Dirigí mi mirada a Dorian quien aún sigue dormido junto a su hermano.
—Si tuviera que elogiar algo de él, sería que, a pesar de tener la sangre de un Bromont, este cuenta con un aspecto muy distinto al habitual.
Theresia esbozo una pequeña sonrisa.
—Ciertamente. Es el primer Bromont en nacer con un color de cabello y de ojos muy diferente al de ustedes.
Los Bromont, tenemos una genética muy fuerte, es por esto por lo que los hijos o hijas que nacían de una pareja donde haya un Bromont involucrado lo hacen con el color de cabello y ojos característicos de nuestra sangre. Un verde que puede variar entre oscuro y claro. Esta característica fue heredada por generaciones hasta que se convirtió en un mito.
Pero Dorian acabo con esa cadena de creencias. Cuando él nació tanto Theresia como yo nos quedamos pasmados al ver en sus ojos un color diferente al mío. Era un color más apegado al de su madre, un castaño oscuro. Creíamos que al crecer su cabello tomaría ese color verde, pero de igual manera este se tornó con el color castaño de Theresia.
No me sentía decepcionado, pero sí sorprendido.
—Mi pequeño castaño.
Susurre mientras le deposite un beso en su frente y luego me recosté en el hombro de Theresia intentando relajarme más de la cuenta, no quería que el tiempo avanzase jamás, podría pasar años aquí con ellos. Pero el tiempo es cruel y no perdona a nadie, y yo claramente no sería la excepción.
—Morgan.
—¿Hmm?
No abrí mis ojos y solo le respondí con aquel sonido, me sentía cómodo y reconfortado a su lado, así que no me moleste mucho en esforzarme para hablar.
—Prométeme que regresaras.
"¿Eh?".
Escuche a Theresia decir esto con su voz que pareciese estar quebrándose, me separe de su hombro para verla a la cara. Ella tiene lágrimas en sus ojos.
—¿Theresia?, ¿te encuentras bien?
Lleve mi mano a su mejilla y ella la tomo con sus manos apegándola más a su rostro, mientras sus lágrimas seguían cayendo.
—¡Theresia! ¡¿Qué sucede?!, ¿por qué lloras?
Ella no me hizo caso y siguió llorando.
—¡Prométemelo!
No entiendo qué le sucede, ¿acaso hice algo malo? Ya no importa, no parece que vaya a responderme, así que lo mejor que puedo hacer es tranquilizarla.
—De acuerdo…
La acerqué hacia mi cuerpo y la abracé con fuerza mientras le dije al oído esa palabra que tanto demandaba.
—Lo prometo.
Al decir esto es como si el mismo tiempo se hubiera detenido a mi alrededor. Mi cuerpo se entumeció y mis extremidades no me obedecían, un enorme frío sacudió todo mi cuerpo mientras ella seguía llorando y abrazándome.
"¡¿Qué sucede?! ¡No puedo moverme y tampoco hablar!".
El hermoso lugar donde estamos comenzó a resquebrajarse como si fuera cristal y el cielo comenzó a ser devorado por la oscuridad. Luego mi mente comenzó a ser abordado por muchos recuerdos, todo comenzaba a cobrar sentido.
"¡Es por eso por lo que me resultaba todo tan familiar! ¡Esto no es un sueño… es un recuerdo!".
Preocupado, mire el regazo de Theresia y tanto Lorian como Dorian han desaparecido.
"Lo recuerdo bien…, esto fue nueve meses antes de partir hacia el imperio".
Mire a Theresia quien me tomo de los hombros y se separó para verme a la cara, su rostro tenía una cálida sonrisa, abrió su boca y me susurro unas palabras.
—Te estaremos esperando Morgan.
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Los escombros seguían cayendo de manera desenfrenada, el castillo estaba apuntó de colapsar debido al poder que fue liberado dentro de él, Morgan abrió sus ojos lentamente y al hacerlo pudo percatarse del temblor que sacudía el enorme edificio.
—D-debo… levantarme…
Su cuerpo le pesaba, aparte de no haber recuperado toda su conciencia y sentidos. Clavo su espada en el suelo usándola como apoyo. poco a poco Morgan fue capaz de entender que es lo que ocurría.
"Todo se viene abajo…, si no salgo de aquí ahora, moriré aplastado".
Suspiro profundamente para luego levantarse, aún apoyado en la espada, busco con su mirada a alguien que pudiera estar por el sitio, pero todo lo que encontraba eran escombros y polvo que nublaban su vista.
—¡NAOKI!
Grito el nombre de su compañero, con la esperanza de que lo escuchara, pero el ensordecedor sonido que provocaba el derrumbe no lo permitía.
—¡DIEGO! ¿¡ALGUIEN ME ESCUCHA!?
Lo intento nuevamente, sin éxito alguno.
"¿Qué demonios fue lo ocurrió mientras estuve inconsciente?".
Morgan continuó buscando alguna salida por donde pudiera escapar, el lugar donde había ingresado había sido cubierto por las ruinas.
"Ya no es una opción".
Sintió una presencia por su espalda, esto provoco que se pusiera en guardia, con gran rapidez giro hacia su espalda, blandiendo su mandoble.
—¡¡!!
—¡Aguarda Morgan!, ¡soy yo!
La espada quedó a centímetros de su cuello, Morgan se sorprendió al ver al pelirrojo.
—¡Naoki, estás a salvo!
El pelirrojo corrió su espada con su dedo índice, con una expresión algo aterrada.
—No por mucho…
—Lo siento…
El suelo volvió a sacudirse, cada vez más y más.
—¡Debemos salir de aquí!, ¿Dónde está Diego?
Naoki lo miro confundido.
—¡Creí que estaba contigo!
Morgan negó con su cabeza.
—¡¿Entonces donde se metió?!
—¡Estoy aquí!
Al escuchar su voz, ambos corrieron en la dirección donde se había originado la voz, al llegar notaron que el robusto hombre, estaba atrapado bajo los escombros.
—¡Ayúdenme!
Actuaron al instante, Morgan y Naoki comenzaron a retirar las rocas y pedazos de muros que habían caído encima de Diego, una vez habían terminado, Naoki tendió su mano al de pelo azabache.
—Debo admitirlo Rojito… ¡Eso fue fantástico!
—Gracias, no pensé que funcionaria…
Morgan no entendía a que se referían. En durante el transcurso de la batalla, este estuvo inconsciente por unos minutos.
"Ahora que lo pienso ¿Porque todo el lugar se encuentra envuelto en llamas?".
—¿De qué me perdí…?
Un gran pedazo de escombro cayó a centímetros de Morgan. Lo que lo dejo algo atemorizado.
—¡Luego te lo explicamos, en este momento debemos salir de aquí!
—Tienes razón.
Morgan guardo silencio, parecía paralizado y gotas de sudor caían de su frente, este miraba hacia todas las direcciones.
—¿Morgan?
Tanto Diego, como Naoki, observaron a Morgan, el cual se veía totalmente nervioso y alerta.
—¿Qué sucede?
—¡¿No se han dado cuenta?!, ¡Miren a su alrededor!
Tanto el pelirrojo como el de cabellos azabaches, tardaron en percatarse que la niebla negra había vuelto, lo que significaba una sola cosa.
—¡A donde creen que van!
El trío volteó hacia dónde venía esa voz, el sudor volvió a sus cuerpos, la piel se les erizó de los nervios, Naoki fue el primero en hablar.
—N-no puede ser posible…
Aldur había salido de las intensas llamas, donde había impactado el hechizo de Naoki, sus lujosos ropajes habían sido disueltos por las llamas, lo que dejo su torso semidesnudo, dejando ver su cuerpo bien marcado pese a su avanzada edad.
—Ese fue un gran ataque, de los mejores que he llegado a recibir.
Dijo mientras movía su hombro con dificultad, la sonrisa de arrogancia había vuelto a la cara de Aldur, este levanto su mano apuntando al trío frente a él.
—Déjenme compensarles por un buen calentamiento.
—¡Muévanse!
El trío se separó para distintos lados, rodeando a Aldur en cada esquina, este seguía quieto, aun con su mano apuntando al frente, cerro sus ojos y comenzó a susurrar.
—¡ATAQUEN!
Morgan dio la señal, y los tres se lanzaron contra Aldur, Naoki había utilizado su maná, para crear una lanza de fuego, se acercó para apuñalar la cabeza, Diego levanto su martillo, con la intensión de aplastarlo, y Morgan estaba apuntó de liberar un corte horizontal, a la izquierda de este.
—Activa la marca… ¡Lirius!
Los ojos de Aldur se habían oscurecido por completo y en su brazo izquierdo se comenzó a grabar unas marcas, las cuales comenzaban desde su muñeca y subían por su mismo brazo, hasta llegar a su cuello.
—Habilidad ancestral; Nova oscura.
Los tres reyes fueron expulsados con una fuerza descomunal, impactando contra las paredes, y siendo presionados en la misma, por una fuerza que era irradiada por Aldur, el cual se encontraba de pie.
—¡AHRRG!
—¡GHRAA!
—¡B-BASTARDO!
Aldur comenzó a aplaudir, como si de una obra se tratara, cada aplauso resonaba en los oídos del trío al que se enfrentaba.
—¡HA, HA, HA!
Su risa maniaca, ensordecía a los presentes, que luchaban para despegarse de las paredes, que los mantenía prisioneros.
—¡¿En serio creían?!, ¡qué si peleaban juntos!, ¡¿serían capaces de derrotarme?!
Ninguno pudo responder, la presión no les permitía distraerse.
—¡SOY ALDUR BLACKSTONE, EMPERADOR DE LOS DIEZ REINOS Y ACTUAL PORTADOR DE LA MARCA DEL CUERVO!
Morgan comenzó a reunir maná en su cuerpo, intentando disuadir más la presión.
—¡Mi palabra es la ley y aquellos que osen desafiarla!
Aldur dirigió su mirada a Morgan, descubriendo su intención de escapar.
—¡SE PUDRIRAN EN EL INFIERNO!
Tomo su espada, para luego liberar otro corte en forma de arco, el cual se dirigía a un desprotegido Morgan, Tanto Diego, como Naoki, intentaron con todas sus fuerzas ayudar a su compañero, pero la presión no los dejo hacerlo.
—¡MORGAN!
El corte inevitable, estaba por impactar a Morgan, pero en un desesperado movimiento, este apoyo la palma de su mano libre en la pared, utilizando las reservas de maná, que había logrado reunir en ese corto periodo de tiempo.
—T-técnica elemental, arte sagrado… ¡Protección de Oriana!
Su cuerpo fue envuelto nuevamente en la esfera blanca, esta repelió el ataque de Aldur, al hacerlo, Morgan respiro profundamente, para luego gritar a todo pulmón.
—¡DIEGO!, ¡HAZ PEDAZOS TODO ESTE LUGAR!
Ante la petición arriesgada de su compañero, Diego levanto su martillo y comenzó a rellenarlo con todo él maná que fuera posible, este se iluminó con una tenue luz, para luego arrojarlo a con todas sus fuerzas hacia el medio del salón, donde Aldur se encontraba.
—¡NO! ¡ESPERA!
Antes que Aldur terminara de hablar, el martillo colisiono contra el suelo, destruyendo todo por completo, desde las afueras el castillo finalmente comenzó a desmoronarse.
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Mientras el castillo se derrumbaba, llegue a saltar a una de las paredes que aún permanecían enteras, clavando mi espada en ella, continúe cayendo, rasgando la dura pared con la espada como freno.
"¡Está demasiado alto!".
Antes de llegar al suelo, salte hacia un árbol en la cercanía, intente detenerme en la primera rama, pero se rompió al contacto con esta.
—¡BUAHH!
Me golpeé varias veces, con distintas ramas en la caída, llegando por fin al césped, cubierto de hojas y ramas, con dolor en varias zonas del cuerpo.
—Eso fue una locura…
Me levanté al instante, el castillo ya no era más que ruinas, busqué a los alrededores, a Naoki, y a Diego, para asegurarme de que estén bien, pero no los encontraba por ninguna parte.
—Donde demonios se metieron…
Al voltearme, pude contemplar una hoja cerca de mi cara, pero llegue a desviarlo con el mandoble, está corto la comisura de mis labios, y también parte de mis cejas, me impulse hacia atrás, para recomponerme.
—Creí que lanzándote todo el castillo encima, sería suficiente para matarte…, me equivoque.
Aldur me observo molesto, este tenía las venas marcadas en todo su cuerpo, pareciera que ya no se contendría más.
—Tú…, bastardo y miserable lagartija, ¡TE ATREVISTE A DESTRUIR, MI CASTILLO!
Su aura de combate creció exponencialmente, era tan abrumadora, amenazante y atemorizante.
"Esto pinta mal...".
—¿Castillo?, ¿dónde? ¡Yo no veo ninguno!
Solté una pequeña risa en forma de burla, Aldur exhalo con ira, las venas de su rostro se tensaron, apretó su espada con fuerza, y se lanzó hacia mí, sin más opciones ni lugar a donde escapar, tome mi mandoble con firmeza y me lance de frente a un combate directo.
—¡GHRAA!
—¡RAAGH!
Conectamos un fuerte golpe, que resonó por toda la capital, el combate decisivo había comenzado…
—¡BROMONT!
Aldur comenzó a atacar frenéticamente a cada flanco que encontraba, su agilidad y fuerza habían crecido en gran tamaño, su fuerza y resistencia igual. Sus ataques rozaban mi cuerpo, incluso llego a rebanar un poco mi oreja derecha.
"No hay duda, esa marca es la razón…, es una de las diez marcas ancestrales…".
Continúe defendiéndome cuanto pude, pero no podía seguir así, al momento en el que Aldur, término otro de sus ataques, puse mi pierna firme frente a él, lleve mi espadón por detrás y ataque con un corte, este lo esquivo por los pelos.
—¡Técnica de combate! ¡Estilo imperial!; ¡Tajo Cercenador!
"¡Debo contrarrestar su técnica, pero las técnicas del norte son muy lentas en su canalización, en ese caso utilizare su mismo estilo!".
—¡Técnica de combate!, ¡Estilo del imperial!; ¡Ascensión!
Deslice mi espada desde abajo hasta arriba, para colisionar con la suya, la cual venía desde arriba, la diferencia en nuestro poder era notoria, me llevaba una gran ventaja debido a la marca, la cual le ofrecía una mejora tanto en sus atributos físicos como mágicos. Nuestro combate continuo hasta llegar al jardín del castillo, las flores estaban marchitas, y resecas, el impacto de nuestras espadas, logro que muchas fueran arrancadas, pisadas por la danza de nuestros pies, y quemadas debido a los chispazos de nuestro filo.
"Sus ataques son cada vez más rápidos, debo encontrar otra manera de combatir esa ridícula velocidad…".
Miré a mí alrededor, algo que pudiera darme una ventaja, pude ver unas cuantas estatuas y arbustos que podría utilizar como obstáculos en su contra.
"Espero que funcione".
Corrí hasta llegar a interior del jardín, Aldur me había seguido, no me dejaría tomar un solo respiro, menos cuando este tiene la ventaja.
—¡¿Por qué corres Bromont?!, ¡¿acaso tienes miedo?!
Al llegar me posicioné, analice como utilizaría los obstáculos a mi favor, y ejecute mi plan.
—¡Tan solo veo, que este lugar será tu tumba!
Aldur intento apuñalar mi pecho, pero me hice a un lado, esperando que su espada se clave en la estatua de piedra, sin embargo, este la destruyo y continúo atacándome. Mientras sus ataques dañaban superficialmente algunas partes de mi cuerpo, logre llegar hasta un pilar lo bastante robusto como para resistir un ataque físico. Nuevamente lanzo otra estocada mortal y esta vez antepuse mi espada para redirigir su filo hacia el pilar en el cual se incrusto.
—¡Maldito!
Al hacerlo aproveche una pequeña brecha en su estomagó y abalance mi espada para cortarlo, pero este soltó su espada y en un rápido movimiento apoyo su pie en el mango de su arma y dio una voltereta hacia atrás.
"El malnacido es muy ágil".
—Parece que olvidaste algo.
Le señalé su espada, la cual seguía clavada, este me miro con desdén, como si no le afectara perder su única arma.
—Acaso piensas que por no tener mi espada ¿eso te da más oportunidades de ganar?
El aire vibró a su alrededor, extendió su mano hacia arriba, invocando hoces oscuras, las cuales serían capaces de cortarme las extremidades con mucha facilidad.
—¡Habilidad ancestral; ¡Plumaje mortífero!
Como si tuvieran vida propia, se dividieron en varios grupos, encerrándome en un círculo, comenzaron a dispararse una por una, intente bloquearlas, pero eran demasiadas, no tuve más opción que seguir corriendo por los alrededores, utilice las estatuas como escudo pera estas podían atravesarlas.
"Debo atacarle ahora, si recupera su espada no dudara en atacar en sincronía con las hoces y estaré acabado".
Nervioso hasta los pies, salí corriendo hacia su dirección, las hoces venían nuevamente, logré conectar varios ataques para desviarlas, algunas de ellas cortaron superficialmente mi piel, estaba tan cerca de él, sin embargo, mientras más me acercaba, más hoces eran disparadas.
"No podré llegar… me hará pedazos antes de tocarlo".
Mi mente estaba perdida, no podía concentrarme en atacarle si me defendía al mismo tiempo de las hoces, no podría ganarle, era imposible. En mis pensamientos se reflejaron los rostros de las personas a las que más amaba.
Aquel peliverde quien era un reflejo mío y quien seguramente asuma mi papel cuando cumpla la edad adecuada.
"Perdóname Lorian…"
Aquel pequeño de cabello tan peculiar y quien más despertaba mi curiosidad, ¿En quién se convertiría en el futuro? Estaba ansioso por conocer el resultado…
"Perdóname Dorian".
Y aquella mujer la cual le dio la vida a mis dos pequeños, la mujer de la cual me enamoré y por quien me dispuse a terminar esta guerra, para poder vivir en paz, junto con ella y los niños.
"Perdóname Theresia".
Aldur había disparado más grupos de hoces hacia mí, me harían pedazos en cuestión de segundos.
"Perdónenme".
Cerré mis ojos, esperando el inmenso dolor de ser cercenado por innumerables cuchillas y el sonar de mi carne siendo cortada. Pero el dolor nunca llego y en su lugar el sonido de los proyectiles impactando contra algún objeto metálico fue todo lo que se escuchó. Al abrir mis ojos, contemple la enorme figura de Diego parado frente a mí, aun con su extremidad derecha cortada y portando en su brazo izquierdo su gran e imponente escudo metálico. En ese momento entendí que él había sido quien se interpuso en el camino de las hoces, y que aquel sonido fue el impacto de estas con su escudo.
—¡Diego!
Este volteo para mostrarme una sonrisa de oreja a oreja, Aldur quedo perplejo al verlos nuevamente.
—¡Muéranse de una vez! ¡Malditas cucarachas!
Apretando sus dientes con furia y enojo, Aldur dirigió hacia nosotros cientos de hoces giratorias, las cuales colisionaban con el escudo de Diego, pero este estaba por ceder ante la inmensa cantidad.
—¡Cúbrenos Rojito!
Al mirar hacia atrás, divise a Naoki quien ya tenía preparado su hechizo, cruzo sus palmas y muchas flechas fueron invocadas a su alrededor.
—¡Lluvia del dios Carmesí!
Al terminar de recitar su hechizo, las flechas fueron disparadas de a montones, repeliendo a las hoces, pero al contrario que las flechas, estas podían volver girando nuevamente y seguir atacando.
—¡Me encargaré de las hoces! ¡Ustedes mátenlo!
No pude evitar esbozar una sonrisa de alegría junto a unas pequeñas lágrimas, pensé que podían haber muerto, sin embargo, aun lastimados y cansados, volvieron para ayudarme.
—Chicos…
—¡No hay tiempo de hablar Morgan, Naoki está utilizando lo que le queda de maná!
Observe a Naoki, sus ojos escarlatas estaban cambiando a un gris opaco y su piel se estaba tornando pálida, su cuerpo estaba al límite al igual que su núcleo de maná, y aun así el seguía protegiéndonos sin temor en terminar en un shock debido al consumo excesivo de maná. por su parte, Diego estaba agotado y sin su mano derecha este no podría luchar.
—Eres el único aquí, que aún es capaz de pelear, por lo que todo depende de ti.
"Todo depende de ti" Esa palabra tan exigente, llena de expectativas y esperanzas, provocaba en mi nauseas, nervios y ansiedad.
—¡No desperdicies esta oportunidad!, ¡Morgan Bromont!
Diego saltó hacia arriba, levanto su escudo con todas sus fuerzas, y con todo su poder, golpeo el suelo.
—¡Técnica elemental de tierra! ¡Grado maestro!
Todo el castillo tembló, grandes colinas fueron creadas, y los escombros donde Aldur se encontraba parado, llegaron a una gran altura.
—¡LEVANTAMIENTO TERRENAL!
Todo el suelo del lugar tembló con una fuerza impresionante, y la tierra debajo de los pies de Aldur fue elevado por los aires en grandes porciones de tierra, llegando a una gran altura. Apreté el agarre de mi espadón, mis venas se tensaron, mi respiración se aceleró, y mi corazón comenzó a bombear tanta sangre como le fue posible.
"¡Esto termina! ¡Ahora!".
—¡Salta Morgan!
Diego puso su escudo frente a mí, corrí hacia él y salte sobre su escudo, este me impulso con todas las fuerzas que le sobraban.
—¡GRHAA!
Fui impulsado hacia las alturas donde comencé a correr cuesta arriba, saltando por las masas de tierra que seguían en ascensión, mis piernas dolían, mi cuerpo no quería continuar, pero mi voluntad era más fuerte.
"¡No dudes!".
Salte sobre cada escombro que yacía en mi camino, moviéndome de un lado hacia el otro esquivando las hoces que venían dispuestas a acabar conmigo, pero eran repelidas por las flechas que Naoki seguía enviando.
—¡ALDUR!
"¡No desesperes!".
—¡MUERE DE UNA PUTA VEZ!, ¡BROMONT!
Aldur levanto ambas manos por encima de su cabeza y comenzó a utilizar todo su maná en su próximo ataque.
—¡SOLO ERES UNA CUCARACHA!
Creo una innumerable cantidad de hoces oscuras, el cielo fue oscurecido ante semejante cantidad, fueron lanzadas hacia mi dirección como una bandada de cuervos hambrientos que estaban por devorar a su víctima.
"¡Eres tú o el!".
—¡Técnica elemental de hielo!, ¡Grado maestro!
Salte al frente de las innumerables de hoces, con el pulso cardiaco al límite, puse todas mis esperanzas en este último ataque, lleve mi espadón hacia mi espalda, esta se tiño con una fina capa de hielo que irradiaba un brillo resplandeciente.
—¡Solsticio invernal!
Lance el espadón hacia adelante, el cual salió disparado en forma giratoria, este al hacer contacto con las hoces, las congelo con un efecto en cadena, destruyéndolas en el proceso.
—¡No puede ser verdad!
La espada encontró el final de la oscuridad, llegando hasta Aldur y clavándose en su lumbar derecho.
—¡AAAHG!
Salte en el último escombro que nos separaba, este intento sacar la espada de su costado, pero esta se había congelado lo suficiente para pegarse a su piel, antes de que pudiera quitársela, llegue hasta él, tome de la empuñadura y comencé a forzar el corte.
—¡ALEJATE!
"¡JAMÁS!".
—¡GRHH!
—¡Habilidad ancestral!; ¡Nova oscura!
Aldur convoco la habilidad con la que nos había sometido en el castillo y esta comenzó a repelerme lejos de él, pero puse toda mi fuerza en mis pies, enterrándolos en el suelo flotante y continúe presionando tanto como me fuera posible la espada, este había reforzado su piel con maná, para evitar el paso de la hoja, no obstante, seguí insistiendo y no pararía hasta que la hoja termine su barrido.
"¡CORTALO, CORTALO DE UNA PUTA VEZ, VAMOS!".
—¡GROAHHHH!
Libere un grito descomunal, tan fuerte que pudo haberse escuchado en el reino entero, como si de una bestia se tratase. La espada corto su carne hasta llegar al final, Aldur fue separado en dos partes, dejando su torso separado de su abdomen.
—Imposible…
Ambas mitades de Aldur, habían caído lejos de la otra, sus órganos yacían en el suelo, mi respiración era forzosa, mi corazón seguía latiendo con rapidez, mi vista se fijaba en la sangre de Aldur, que tocaba mis pies y recorría el filo de mi espada.
—¿S-se acabó…? ¿lo logré?
Clave mi espada en el suelo, mis piernas se rindieron ante el cansancio, mi apoye en el mango, y voltee mi vista al torso de Aldur, este se encontraba mirando al cielo, respirando despacio y con dificultad, su muerte era inevitable.
—Yo… ¿Acabo de perder?
Parecía estar delirando mientras su sangre seguía esparciéndose sobre el suelo.
—Oye... Parece un mal chiste…
Este me miro por última vez y sus ojos comenzaron a perder su color plateado.
—Lo reconozco… eres alguien formidable.
No le respondí, solo evité su mirada, y cerré mis ojos para descansar.
—E-en el castillo, m-mis...
La sangre evitó que pudiera articular sus palabras.
—Mis hijos…
Con su último aliento este soltó esa respuesta que me hizo abrir los ojos cual platos, voltee para verlo nuevamente, pero este ya había fallecido.
—¿Hijos…?
El suelo comenzó a vibrar y la superficie comenzó a caer junto conmigo. No tenía fuerzas para moverme y pareciera que el tiempo se hubiera ralentizado, miré al cielo el cual se había despejado, era tan azul como el mismo mar, sonreí con tranquilidad sabiendo que mi misión había concluido.
—¡Señor Morgan!
Antes de llegar al suelo fui atrapado en el aire por alguien, la caída no fue nada suave, rodeé en el césped, hasta quedar boca arriba observando las nubes y los rayos del sol, respirando tranquilamente para relajar mi cuerpo.
—¿Q-quién es?
La silueta de mi salvador tapó el sol, su cabello era de un color castaño rojizo suave y su ojo herido debido a un corte, podía reconocer al joven que estaba frente a mí.
—¿Zenox?
—¡El mismo señor!
—Qué bueno verte bien muchacho.
—Lo mismo digo.
Zenox me ayudo a levantarme, me cargo en su hombro y comenzamos a caminar despacio y mientras seguíamos el camino, mire a mi alrededor disgustado con toda la destrucción que había generado el asedio. Me revolvía él estomagó.
"La guerra no cambiará jamás…".
Cadáveres apilados de a montones, ciudadanos que fueron víctimas en la batalla, era desolador y triste, pero no podía apartar la mirada sin más, debía contemplar lo que habíamos hecho y mantenerme firme antes las ordenes que di a mis tropas.
—¡Morgan!
—¡Bromont!
Pude reconocer la voz de mis compañeros Naoki y Diego, los cuales se acercaron a mí con un semblante de total alivio. Detrás de ellos podía verse llegar miles de soldados portando consigo las banderas de las cinco naciones, Frostland, Okasendai, Quinared, Progan y Carlot, cada una con sus colores y emblemas, también conformados por los estandartes de distintas familias y clanes.
—Ya puedes soltarme, Zenox.
—¿Seguro mi señor?
Asentí con seguridad, me resulto extenuante mantener mi propio peso, pero me mantuve de pie, ascendí por una pila de escombros, lo suficientemente alta para que todos pudieran verme.
—¡Quiero dejar en claro, que nada de esto hubiera sido posible si no fuera por todos ustedes, y por cada soldado que dio su vida en esta guerra!
Cerré mi puño y lo levanté con un énfasis de triunfo.
—¡Aldur Blackstone ha sido derrotado y Archanóx finalmente se encuentra fuera de su reinado, aquel que trajo tantas matanzas sin sentido!
Los soldados tiraron sus cascos, festejando con alaridos de alegría, acompañados con llantos de alivio, pues todos podrían volver a casa.
—¡Esta noche brindaremos por un nuevo comienzo!
Las banderas y estandartes eran agitados de un lado hacia otro, aplausos y gritos de victoria se escuchaban por las calles. Los aliados que alguna vez siguieron a Aldur, se habían retirado o rendido ante nuestra superioridad numérica, las tropas restantes del imperio se entregaron sin oponer resistencia. La tarde estaba próxima y la reunión entre los líderes estaba por comenzar, fui hacia una tienda de campaña, para tratar mis heridas.
—¡Es una verdadera alegría verlo con vida su majestad!
—Lo mismo puedo decir, Juliette.
Juliette Diamond, una espadachina prodigio su apariencia contaba con una cabellera rubia y larga, la cual estaba atada para no estorbar en el combate, esta tenía algunas heridas superficiales, parecía haberse enfrentado a poderosos adversarios.
—Parece que también lo has pasado mal…
Ella me sonrió algo apenada.
—¡A decir verdad, creo que fui afortunada de no morir!
Solté una risilla ante su comentario.
—Te subestimas demasiado, te he visto luchar, eres muy habilidosa y tienes un gran potencial. Diría que hasta un gran futuro como maestra de esgrima.
Ella se emocionó ante mi declaración, sus ojos se iluminaron cual gato.
—¡¿De verdad lo cree?!
—Así es.
Luego de hablar un poco más con ella se retiró del lugar, Juliette fue enviada por los Diamond a Frostland, para convertirse en guardia una integrante de la guardia real de la familia Bromont, termino siendo muy buena compañera de mi esposa Theresia y conquistando el corazón de mi pequeño Dorian.
"Theresia se alegrará mucho de volver a verla".
Luego de pensarlo un poco, decidí que le ofrecería ser la tutora de mi hijo en el futuro, Dorian sería muy feliz de contar con ella como su maestra, aunque le vendría bien ser un poco más estricta. Además, no estaría mal que Dorian aprenda y obtenga enseñanzas de otro estilo que no sea solo el estilo del norte. Últimamente le ha estado costando bastante utilizar estas técnicas.
—Descansaré un poco… la reunión será en unas horas…
Me recosté sobre las suaves pieles, mi cuerpo estaba agradecido de poder descansar luego de una feroz lucha, me puse a divagar entre tantos pensamientos y el recuerdo de las últimas palabras de Aldur se me vino a la cabeza.
—Castillo… hijos...
Pronunciando esas últimas palabras, mi cuerpo sucumbió ante el cansancio y finalmente caí en el más tentador de los sueños.
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Luego de haber descansado lo suficiente, Morgan se reunió con los reyes actuales de cada nación, la reunión se haría en una tienda de campaña, donde se discutiría el régimen del nuevo imperio y donde se elegiría a su nuevo emperador, aquel que mantendría la paz y el orden entre las diez naciones.
—Por favor, tomen asiento.
Haciendo caso a Morgan, los cuatro lideres tomaron asiento. Entre ellos se encontraban; Naoki Omori, el rey de Okasendai, Diego Stormbreaker, el rey de Progan, Alaric Rowland, el rey de Carlot y por supuesto, Morgan Bromont, el rey de Frostland.
—Agradezco la presencia de todos aquí, también agradezco su colaboración y participación en las guerras que libramos como aliados del mismo bando. Sin ustedes, esta victoria no hubiese sido posible...
Todos los presentes miraron uno de los asientos que se encontraba vacío, este pertenecía al rey de Quinared, quien no se encontraba en el lugar.
—Llego una carta esta mañana, fue enviada desde Quinared, la carta trataba sobre la salud de Alexander Evony, el actual soberano de la nación. Su estado es delicado y es por esa razón que no se encuentra aquí con nosotros.
Todos asintieron sin más.
—Ya respondí a esa carta con mi agradecimiento por su colaboración y en consideración a su estado médico, envié a Roland Cynder para ayudar a mejorar su bienestar.
Alaric chasqueo su lengua con disgusto, rodeo sus ojos demostrando la poca importancia que le daba todo lo que salía de la boca de Morgan. Este contaba con un largo cabello de color azul oscuro y también con ojos de color ámbar.
—Deja el parloteo y ve al grano, hay cosas más importantes que merecen mi atención más que esto.
Diego golpeó la mesa con su puño, llamando la atención de Alaric, el cual se le notaba bastante irritado, estos se apuñalaban con la mirada.
—Acaso la elección del nuevo emperador, ¡¿no te parece importante?!
—Diego, por favor cálmate.
Obedeciendo a Morgan, Diego miro a Alaric con molestia y este le mostro un gesto burlón.
—Mis disculpas, me deje llevar…
Morgan suspiró pesadamente y continuo.
—Como ya sabrán, el trono del Imperio se encuentra vació. Y al ganar la guerra queda en nosotros la elección de elegir a un nuevo emperador. Por eso les pido a todos ustedes, que elijan a alguno de los aquí presentes.
Todos se miraron entre sí, Alaric bufo, Naoki y Diego se sonrieron mutuamente, todos los soberanos miraron con atención a Morgan.
—Ya lo tenemos decidido Morgan, desde hace bastante tiempo.
—Así es compañero, no tenemos dudas al respecto.
Morgan miró algo descontento al grupo de lideres, se levantó de la mesa y apoyo las manos sobre el mapa gran mapa que yacía en la misma. Su atención se dirigía a una zona del mapa en específico; El norte.
—Antes de que tomen sus decisiones, quiero dejar algo en claro.
Morgan recompuso su postura y llevo su puño a su pecho, presionándolo con fuerza.
—No tengo ninguna intención de tomar el trono del imperio.
El silencio tomo su lugar dentro de la tienda.
—¡¿Qué?!
—¡¿De qué hablas?!
Tanto Diego como Naoki, quedaron perplejos ante la declaración de Morgan, Alaric tampoco se lo vio venir, algo que lo dejo levemente sorprendido y con sus ojos abiertos cual platos.
—Morgan, piensa bien lo que estás diciendo.
—Diego está en lo cierto. ¡Morgan! No hay nadie más apto para tomar el trono del imperio que tú, tanto en el pasado como hasta el día de hoy, los Bromont fueron grandes reyes por naturaleza y tú no eres la excepción.
Morgan tan solo negó con su cabeza, desabrocho la vaina de su espada que tenía en su cintura y apoyo su gran mandoble en la mesa.
—Ya terminé con mi objetivo, mi única razón para luchar en esta guerra era por el bienestar de Frostland y mi familia. Nunca fue por otra razón.
Alaric dejo salir una gran carcajada, apartando unas cuantas lágrimas de sus ojos. Su risa incomodo a los demás, pero finalmente le restaron importancia.
—No puedo creerlo. En verdad que eres impredecible Bromont.
Morgan dirigió su mirada de indiferencia hacia Alaric.
—¿No esperaras que me crea el cuento de que el soberano de las frías tierras del norte no desea el trono que rige las diez naciones o sí? ¡Suena ridículo!
Morgan miró seriamente a Alaric, pues este aún no estaba convencido del todo.
—Dime Morgan… ¿Cuáles son tus verdaderas intenciones?
—Mis verdaderas intenciones son las de vivir una vida pacífica en mis tierras, junto a mi esposa e hijos.
La cara de Alaric cambio a una de total desaprobación, negó con su cabeza y apoyo su mentón en su mano.
—Que decepcionante, realmente esperaba más de ti.
Alaric volteo para ver a Diego y Naoki, los cuales aún se notaban algo desconcertados al respecto.
—¿Que opinan al respecto?
Naoki se frotó la cara para quitarse aquella expresión de sorpresa y se acomodó de nuevo en su asiento.
—Realmente pensé que aceptarías el cargo… y ahora me sales con esto. En fin, tampoco es que pueda obligarte a hacerlo.
Morgan miró al suelo apenado, sabia hace tiempo que sus compañeros esperaban que ascendiera al trono del imperio, sin embargo, no estaba en sus planes hacerlo.
—¿Entonces?, ¡¿Quién será nuestro gran emperador?!
Alaric dijo esto en tono burlesco, algo que dejo a todos pensativos.
—¿No han pensado en una segunda opción no es así? En ese caso ¿Qué tal si nombramos a Naoki el nuevo emperador?
Ofreció Alaric mirando de reojo al pelirrojo, pero este levanto su mano en forma de negación.
—Con el más debido respeto, debo rechazar la oferta.
La mandíbula de Alaric se abrió debido la tan rápida respuesta por parte de Naoki, primero fue Morgan y ahora el. Alaric cerro su puño con fuerza y sus venas se tensaron.
—¡¿ESTO ES UNA CLASE DE BROMA?!
Alaric golpeo la mesa con ambas manos, botando en el suelo todos los elementos que había en ella. Miro a Naoki y luego a Morgan con enojo e ira.
—Déjenme ver si entendí… ¿Primero inician una puta rebelión y luego ninguno de ustedes pretende hacerse cargo de la responsabilidad de ser emperador?, ¡¿A QUÉ CARAJO ESTÁN JUGANDO?!
Naoki aparto la mirada, poniendo su atención en Okasendai, la nación de donde proviene.
—Verán en primer lugar yo… nunca tuve derechos para ser un rey. Como sabrán Okasendai es un reino regido únicamente por mujeres y desde la muerte de mi esposa Saori, no fui el mismo. ¡
Naoki miro al techo cerrando sus ojos.
—Sabía que querrían coronar a mi pequeña hija de inmediato, pero ella aún no estaba lista para tomar tal responsabilidad. Dejar que las decisiones del reino caigan en las manos de una niña de tan solo siete años. ¿Entienden que loco suena no es así?
Morgan y Diego miraron atentos a su compañero, este los miro algo nervioso, pero siguió hablando.
—Para mí desgracia, Saori no tenía hermanos y, por ende, no había nadie más que ocupase su lugar. Así que, al ser el consorte de la anterior reina, me presente ante Okasendai como el nuevo rey, claro que hubo mucho revuelo después de esto, pero como en ese tiempo estábamos en guerra contra el imperio, no les quedó más remedio que aceptar, con la condición de que cuando mi hija Ume cumpla su mayoría de edad a los quince años, ella será la que tome las riendas de la nación.
Alaric y Diego se encontraban sorprendidos, estos no estaban enterados de esto, Morgan no dijo nada al respecto, tan solo asintió.
—Eso quiere decir, que nunca debiste ser rey.
Dijo Alaric sin pelos en la lengua.
—Exactamente. Solo soy un remplazo temporal.
Sin decir una palabra, todos miraron a Diego, quien era el último candidato.
—Solo quedas tu Diego ¿serias capaz de tomar tal responsabilidad?
—¡¿Yo?! ¿Qué hay de Alaric?
Todos los presentes miraron al de cabello azul, este les sonrió maliciosamente.
—Teniendo en cuenta que su nación se rige con mano dura, no creo que el imperio necesite un dictador como él.
—Carlot goza de riquezas gracias a mi mandato, puede que mis ciudadanos no toleren lo estrictas que son las normas, pero esa fue la manera en que hice grande su reinado. Solo estoy explotando todo el potencial que mi nación tiene.
Estas palabras no convencieron en lo absoluto a sus camaradas, los tres integrantes le miraron con desaprobación y Alaric chasqueo su lengua sin decir otra palabra. Diego se levantó de su asiento con firmeza, dejando ver su brazo vendado y con la ausencia de su muñeca.
—Sería un gran honor para mí tomar ese título, Mentiría si dijera que nunca desee el trono mientras la rebelión seguía en marcha. Pero con Morgan al mando, aceptaría que el fuera el que ocupara ese lugar.
Alaric llevo su mano a la frente y suspiro con pesadez.
—¿En serio le darán un título tan importante a esta bestia? Podría aceptar a Morgan y a Naoki, pero a él…
Alaric se veía muy en desacuerdo.
—Tranquilo Alaric, conozco a Diego desde hace años, es como el hermano que nunca tuve.
Dijo Morgan, intentando convencer al de cabello azul.
—Eso no me dice nada…
Morgan no sabía describir a Diego con palabras y eso dejo aún más nervioso a Alaric, sin embargo, Naoki intercedió.
—Lo que Morgan trata de decir, es que conoce suficiente las habilidades de Diego, para administrar y gobernar una nación, recuerda que él es el rey de Progan. Además, yo también confió en que hará bien su trabajo.
Diego le dirigió una sonrisa a Naoki, pues a pesar de pelear en ocasiones, esto no cambiaba el hecho de que se respetaban mutuamente. Alaric suspiro con resignación, no tenía más motivos para negarle la autoridad a Diego.
—De acuerdo. Entonces correremos el riesgo, terminemos con esto de una vez. Quiero volver a Carlot lo antes posible.
Todos los presentes se levantaron de sus asientos, saliendo de la tienda se dirigieron hacia las tropas quienes aguardaban la decisión de sus lideres.
—¡Hemos llegado a una decisión!
Naoki, Alaric y Morgan, los tres reyes presentes se pararon frente a Diego y se arrodillaron ante él. Alaric fue el primero de todos ellos en hablar fuerte y claro.
—¡He aquí, ante la presencia de las cinco naciones! ¡Nombramos a Diego Stormbreaker, rey de Progan! ¡Como el nuevo emperador de Archanóx!
Luego de que Alaric acabara con su parte, Morgan continuo con la suya.
—¡Tu palabra será la ley y aquel que ose desobedecerla, será castigado y maldecido en nombre de los dioses! ¡En nombre de Oriana, la tejedora del destino, que tu camino sea glorioso y abunde la fortuna!
Seguido por Naoki.
—¡En nombre de Gorm, el señor de la muerte! ¡Que se apiade de ti y que encuentres el final de tu vida de forma pacífica y honorable!
En unísono, los tres reyes acabarían con el discurso.
—¡En nombre de Samahín, el creador absoluto! ¡Que tu reinado sea largo y prosperó y que tu linaje continúe por toda la eternidad trayendo contigo la paz y el orden a todas las naciones!
Los tres reyes se levantaron mirando firmemente a Diego, quien mantenía una expresión seria y expectante. Morgan levanto su mano con fuerza y con una enorme sonrisa grito.
—¡Salve el emperador!
Los ejércitos de cada nación comenzaron a celebrar, gritando con fuerza y alegría, derramando lágrimas y dejando caer sus armas y cascos, mientras sus banderas eran izadas de un lado a otro con fervor. Muchas de las familias más importantes de Archanóx, se podían encontrar a los Croire, Aelori, Diamond y los Golden son algunas de las familias con más renombre en el continente.
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Al finalizar la consagración de Diego, se les ordenó a los ejércitos descansar y celebrar a gusto todo lo que puedan hasta el amanecer. Por otra parte, yo me encerré en mi tienda de campaña, me encontraba escribiendo una carta para mi esposa, informándole sobre nuestra victoria y mi pronto regreso a Frostland.
—Te escribe con mucho amor, Morgan…
Había leído con algo de vergüenza el final de la carta, me ruboricé y comencé a reescribir nuevamente el final.
"No, no, no, seguro se reirá de tantas cursilerías".
Enrolle la carta y la selle con el emblema de mi familia, para luego acercarme a una jaula donde dentro de ella se encontraba la lechuza de Naoki, a quien este llama Shiro. Abrí la jaula y acerqué mi mano con miedo, el ave se posó en mi brazo y rápidamente Sali fuera de la tienda.
—…
El ave me miraba con atención sus enormes ojos me hacían creer que este podía ver a través de mi alma.
—Debes ir por esa dirección, ¿me entiendes? Al norte.
Está solo giro su cabeza hacia atrás y volvió a mirarme de nuevo, me rasqué la cabeza algo confundido.
—Debes llevar este mensaje hacia Frostland, ¡Hacia allí! ¡Debes volar hacia ese lado!
Le señalé el camino dos veces, pero esta seguía mirándome fijamente.
—Shiro… ¿verdad? Confió en que entregaras este mensaje.
"Quién me manda a hablar con los animales".
Al escuchar su nombre, esta hizo un chillido grave, algo que me asusto y le solté en el aire, esta emprendió su vuelo hacia la dirección que le señale, me sentí más tranquilo sabiendo que el mensaje llegaría y dejaría a mi familia más tranquila.
"Esa cosa da miedo".
No me llevaba bien con las aves, debido a que una gallina me correteo por todo Frostland del día hasta la noche, hasta que mi padre me rescato, la razón fue que toque a uno de sus polluelos y seguramente sintió que era una amenaza, eso me genero un trauma hacia los animales con plumas.
—Jamás entenderé como Naoki domo a esa bestia.
Tras enviar el mensaje, decidí volver a dentro, pero antes de cruzar la puerta de la tienda, recordé las últimas palabras de Aldur.
"Castillo, hijos…".
Volteé mi vista hacia donde hubo un castillo, alguna vez imponente e impenetrable, ahora yacía desmoronado, algunas partes estaban al medio del colapso, parecían ser las habitaciones y aposentos de este, mi curiosidad me había ganado, por lo que fui a investigar. El lugar no era más que ruinas, recorrí toda la zona donde se desarrolló la pelea con Aldur, hasta llegar a las partes de los pasillos, cruce por cada pasillo, llegando a la cocina, donde había muchos utensilios en el suelo, rebusqué por el lugar, pero no encontré nada.
"Es imposible que alguien se encuentre aquí… ¿verdad?".
Contemplé un largo pasillo, estaba completamente oscuro, pude visualizar unas puertas, eran exactamente cinco, supuse que serían los dormitorios.
—¿Hay alguien aquí?
Hable fuerte y claro, esperando que alguien contestara, pero solo podía percibir el sonido de los grillos que cantaban una melodía en conjunto. La luz de la luna era mi única compañera en este lugar.
"Esto es una estupidez".
Me di media vuelta para volver por donde había llegado, pero antes de hacerlo escuche el sonido de un objeto cayendo contra el suelo, no sabría decir con exactitud qué fue lo que provoco ese ruido.
—¿Qué fue eso…?
Mientras esa pregunta rondaba en mi cabeza, me acerqué a la primera puerta, tomé el picaporte y comencé a girarlo. Al terminar de abrirla, comencé a observar la habitación, era una común y corriente, sería para algún invitado, fui a la segunda, y al igual que la anterior, no había nada, lo mismo con la tercera y cuarta, tan solo quedaba una más.
"A lo mejor, quizás fue una rata".
Abrí la última puerta y entre en la habitación, todo parecía en orden, miré alrededor, donde había una cama, algunos muebles y algunas joyas en el suelo.
—Supongo que alguien quiso robarlas durante el asedio…
Me agaché para recogerlas, eran bastante valiosas, anillos de oro, un collar incrustado con diamantes, todo lo que una dama podría desear, volví a dejarlas en su lugar, no eran pertenencias mías.
"Supongo que eso fue todo".
Al observar un poco más la habitación, pude ver cerca de la mesa de luz, un objeto en el suelo, me acerqué para recogerlo. Este era un peluche de un oso y cerca de este justo a su lado, un plato roto junto a una vela, prestando más atención en la vela, pude darme cuenta de que esta emanaba una delgada capa de humo.
"Humo…, esta vela fue apagada hace poco tiempo".
Solté el peluche al instante, poniéndome en guardia.
"Alguien se encuentra dentro…".
Escuche como algo se movía dentro de un armario perteneciente a la habitación, trague saliva con dificultad, estaba nervioso debido a que había venido a este lugar totalmente desarmado, pero aun así me acerqué con cautela y tome la perilla del armario y lo abrí con rapidez.
—¡AHHH!
—¡BUAHH!
Me asusté y sorprendí al ver a dos personas dentro, la luz de la luna se asomó sobre la ventana de la habitación y pude ver ambas siluetas con claridad.
"Son… ¿Son niños…?".
Era una joven de pelo largo color ceniza, por su aspecto, podría pensar que tenía unos quince o tal vez catorce años. Y el otro individuo era un niño pequeño, con el pelo azul oscuro que hacía contraste con sus ojos que son del mismo color, no pasaría los siete años.
—¿Qué hacen unos niños en este lugar?
Estos no me respondieron, tan solo se refugiaron más dentro del armario, intente calmarlos con gestos, pero estos estaban muy asustados.
—Calma, no les haré daño.
—¡No se acerque!
Resople algo molesto, los niños no se acercarían a alguien que no ven en la oscuridad.
"¡Lo tengo!".
Levante la palma de mi mano, hacia la altura de mi cabeza, comencé a utilizar una pequeña cantidad de maná, aunque aún seguía algo agotado.
—Técnica elemental de fuego, luz floreciente.
Mi mano creó una pequeña esfera de fuego, totalmente inofensiva, esta era débil debido a mis pocas reservas de maná, pero con la suficiente fuerza para iluminar mi rostro.
—¿Ven? No soy un mal sujeto.
Se miraron el uno al otro, con algo de duda, el más pequeño salió del armario.
—¡Taros! ¡¿qué estás haciendo?! ¡Vuelve aquí!
—Pero no parece mala persona.
Me dio ternura su comportamiento tan inocente, pero su hermana estaba en lo cierto, su poca cautela es peligrosa.
—Tu hermana tiene razón, no deberías confiar en extraños, si fuera una mala persona, estarías en serios problemas.
—Pero no lo eres, ¿cierto?
—No, no lo soy.
—¿Lo ves Noria?
La joven me miro algo desconfiada, pero procedió a salir del armario, ambos me miraron a los ojos, podía ver su sorpresa por mi altura.
—Bien…, ¿me van a decir que hacían en este lugar?
—Nos ocultamos de las personas malas.
—¡Taros guarda silencio!
—¿Eh?, ¿pero por qué?
La de pelos cenizas tomo el brazo del chico, pegándolo hacia ella, dejando una clara distancia entre nosotros.
—No puedo evitar pensar… ¿Ustedes son hermanos?
—¿Por qué iba a contártelo?
—¡Sí, lo somos!
—¡PODRÍAS CERRAR LA BOCA UN MOMENTO!
Tanto el niño como yo, nos vimos levemente asustados ante la reacción de la chica.
"Sí que tiene temperamento".
—¡Ni siquiera sé quién eres!, ¡cómo podría confiar en alguien que salió de la nada!
—Soy Morgan, ¿y tú eres?
Me presenté como era debido, esto dejo algo desconcertada a la joven, pero mordiéndose el labio de la rabia, contesto.
—S-soy Noria Blackstone…
—¡Y yo me llamo Taros Blackstone!
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, desde mi cabeza hasta las puntas de mis pies, su respuesta me dejo completamente pasmado, una amargura invadió mi boca, y mi respiración se entrecortó, luego de todas esas emociones, había encontrado el significado de las palabras de Aldur.
—U-ustedes son…, los hijos de Aldur…
—¡Oh!, ¿conoces a mi padre?, seguro eres alguno de sus amigos, ¿verdad?
Guarde silencio, el niño me había visto a la cara con una enorme sonrisa, me voltee para no verlos a la cara, mi expresión en ese momento era indescriptible.
—¿Señor?, ¿se encuentra bien?
—Tu padre está muerto…
Los ojos del niño quedaron en blanco ante mi declaración, al contrario que la joven, la cual se veía incrédula.
—Eso es ridículo, padre jamás perdería contra nadie.
Me puse frente a ellos, mirándolos con firmeza y sin pelos en la lengua les dije la verdad sobre su padre.
—Yo fui quien se encargó de matarlo.
Ante mi seria expresión, la cara de la joven fue cambiando a una más aterrada, como si estuviera mirando al diablo.
—N-no creo eso… padre no podría haber muert…
Su tartamudeo provoco que sus palabras se entreveraran, sin pensarlo ni un segundo, tomo la mano de su hermano y comenzaron a correr.
—¡Esperen!
—¡PAPÁ! ¡AYÚDANOS POR FAVOR!
"Esto es malo, si los demás los escuchan, los enviarán con Diego, y él no perdonará sus vidas…".
Los perseguí antes de que salieran del edificio, sabía que aún habría alguien haciendo guardia, llegue hasta ellos y les cubrí la boca con mi mano.
—¡MHHH!
—¡Shhh!, mantengan la boca cerrada, o ellos los matarán.
Sus respiraciones estaban agitadas, estaban asustados y no los culpo, están frente al asesino de su padre. Cuando se habían calmado un poco, solté mi agarre, estos se arrodillaron frente a mí, con sus miradas perdidas y en el suelo, estos comenzaron a llorar, en voz baja, conteniendo todas esas emociones que querían soltar, rabia, impotencia, tristeza…
—No les pido que me perdonen, pero deben entender qué si los encuentran, los matarán a los dos.
La joven se levantó y se colocó frente a mí, para luego abofetearme con todas sus fuerzas, aun con lágrimas en sus ojos. Tomé su mano, esta se resistió un poco, pero no la solté.
—Tú eres la mayor aquí, sabes que no pueden quedarse aquí.
—¡No te atrevas a reprocharme nada!, ¡asesino!
"Si seguimos así, a este paso no comprenderá la situación en la que se encuentra".
Le mire a sus ojos con una expresión seria y agrave mi vos para hablarle.
—Si no quieres que mate a tu hermano aquí y ahora, será mejor que te calmes y escuches…
"Jamás pensé que diría esas palabras, menos a unos niños".
Esta se asustó, dejo de forcejear y miro a su hermano, el cual aún seguía sollozando.
—¿Qué quieres…? Haré lo que me pidas, pero no le hagas daño a Taros…, por favor.
Solté su muñeca con delicadeza, no tenía la intención de hacerles daño, pero no me quedaba más opción que asustarlos. Ella me miró fijamente a los ojos, con una mirada tan afilada que podía sentir miles de apuñaladas en mi pecho.
—Debes tomar a tu hermano y escapar de aquí, lejos del imperio, cambiar de nombres e incluso de apellidos…, comenzar una nueva vida, lejos de la realeza.
—¿Cómo lo haremos?, ¡no tenemos a nadie!, madre murió, padre igual, como esperas que…
—¡Aún se tienen el uno al otro!
Ella se exalto un poco ante mi respuesta, miro a su hermano y tomo su mano con fuerza.
—Debes tomar la responsabilidad, y hacerte cargo de tu hermano, sé que suena cruel, pero es tu única opción.
Tan solo se quedó callada, tragándose todos sus reclamos y orgullo, aceptando la dura y cruel realidad.
—Una carreta saldrá esta noche, hacia Carlot en busca de suministros, ustedes irán en ella.
Carlot era su mejor opción si querían vivir una buena vida, una ciudad segura, llena de oportunidades y de riquezas. Aunque claro que tendrían que ser sumisos ante la ley es algo que tendrían que obedecer.
—Vengan…, iremos a buscar algunas prendas que no llamen la atención.
Sin reclamos y entre sollozos los niños me siguieron, no me sentía calmado en lo absoluto, si descubrían esto me tacharían de traidor y tendría que dar la cara. Pero por nada del mundo permitiría que asesinen a estos niños.
"Les arrebaté sus vidas, pero les daré una nueva".
Junto a los niños volvimos al castillo y tomamos algunas prendas viejas y arrugadas, les di tiempo para que pudieran cambiarse y partimos hacia una de las entradas de la ciudad, pero en ese momento nos cruzamos con un guardia a quien le fue encargada la tarea de vigía.
—Buenas noches rey Morgan ¿Quiénes son esto niños?
"Tendré que mentir…"
—Son unos refugiados que encontré en las ruinas, sus hogares fueron destruidos, así que me encargaré de ayudarlos.
Me encontraba demasiado nervioso, aunque no se notara por fuera, por dentro estaba muriendo en carne propia. Gracias a los dioses, los niños pasaban desapercibidos por la mayoría de los guardias, sin embargo, debía ir con cautela.
—Oh vaya… es una pena ¿Quiere que los guie hacia las carretas para refugiados? Están apuntó de partir.
—¡No!
Me sobresalté, lo que provocó que el guardia se sorprendiera.
—Q-quiero decir ¡No te preocupes! Además, les prometí que los acompañaría yo mismo.
Golpee el hombro de Noria, para que reaccionara y fingiera, esta me miro muy molesta, pero aun así lo hizo.
—¡E-el señor Morgan nos permitió estar a su lado!, ¡no queremos ir con nadie más!
Noria me abrazo por la espalda, lo que provocó que el soldado les dirigiera una sonrisa.
—Parece que le tomaron mucho cariño majestad.
—Así parece…
"Por favor, vete de una vez".
Recibí un pellizco por parte de Noria.
—Bien, no quiero robarles más tiempo, buenas noches majestad.
—Descansa soldado.
Seguimos hasta llegar a las carretas, muchos ciudadanos estaban subiendo a estas, ya sea para ir a otra nación, o para ayudar en el transporte de suministros. Los niños no parecían muy seguros de continuar, noté esto así que les tendí la mano como apoyo, estos aún enojados conmigo la rechazaron y siguieron adelante.
—¡Vamos muchachos!, ¡quedan cinco bacantes para esta carreta!
Me apresuré al escuchar sus palabras de un anciano, levante la mano y pase junto a la multitud.
—¡Disculpe! ¿podría meter a estos niños?
El anciano al verme se sorprendió, pero luego una gran sonrisa se formó en su rostro.
—¡Claro majestad! ¿Usted irá con ellos?
—No, ellos irán solos.
El anciano me miro algo desconforme.
—¿No cree que sea peligroso?
Miré a los niños, no pude evitar preocuparme, al pensar lo que podría ocurrirles en el camino, pero no tenía más alternativas.
—Ellos tienen familiares esperándolos en Carlot, no debería haber problemas, además, le pagaré si usted se encarga de dejarlos en la entrada de la ciudad.
—Majestad, lo haría aun si no me pagara.
El anciano miró a los niños y les indico sus asientos, estos subieron a la carreta y se sentaron cerca de la entrada. Mientras tanto yo fui delante de la carreta. El anciano se subió y tomo las riendas del corcel, preparándose para partir.
—¿Cuál es su nombre señor?
—Me llamo Aramys Raullet ¿Por qué lo pregunta?
Dudé un poco en si debía decirle o no, pero el anciano parecía ser una buena persona, su cara demostraba bondad y generosidad. Tome coraje y le hable.
—Estos niños son muy importantes para mí, es por eso por lo que se los confió a usted, Aramys Raullet.
Ante mis palabras, el anciano me regalo una cálida sonrisa y me tomo del hombro dándome un pequeño apretón.
—Déjemelo a mi rey Morgan, cuidaré de estos niños como si fueran mi propia familia.
De la misma manera, también le demostré una cálida sonrisa de gratitud.
—No sabe cuánto se lo agradezco, señor.
Después de despedirme del anciano, le pedí unos minutos para poder hablar con Taros y Noria, estos estaban abrazados, esperando la partida de la carreta, al mirarme apartaron la mirada.
—Niños... aquí se separan nuestros caminos, espero que puedan vivir una larga y pacifica vida.
Taros solo me miro con furia, abrazo más a su hermana y me hablo.
—Espero que Gorm te lleve a lo más profundo del infierno.
No pude evitar sentirme triste ante su declaración, pero no le culpo, mate a su padre y no me arrepiento de ello. No todos podemos ser felices, pero con el tiempo, las heridas sanarán. Noria me miro a los ojos y de la misma manera me hablo.
—Dijiste que podríamos cambiar de nombres ¿Verdad?
La expresión de Noria era de indiferencia, como si estuviera hablando con la mayor de las escorias.
—Así es.
—Entonces elige nuestros nombres.
—¿Yo? esa es decisión les corresponde a ustedes.
Esta no dejo de mirarme fijamente, estaba claro que no pensaba discutir y esperaría hasta el fin de los tiempos que eligiera sus nombres. Suspiré resignado y me puse a pensarlo.
—Bien..., Noria, Taros, estos serán sus nombres…
Tras haberles dicho sus nuevas identidades, les entregue una bolsa con comida y agua, además de un pequeño saco con joyas y oro, bastante como para comprar una casa al llegar a Carlot.
—Jamás perdonaré lo que le hiciste a nuestro padre, pero en verdad agradezco que salvaras nuestras vidas.
La carreta comenzó a moverse, siguiendo a las demás carretas de refugiados las cuales tomaron rumbo hacia Carlot.
—Adiós rey Morgan, ojalá nunca nos volvamos a encontrar.
Sus palabras eran hirientes, pero con verdad, lo mejor era que jamás volviéramos a vernos.
"Aunque ustedes me deseen la más horrible de las muertes, yo les deseo la mejor de las vidas".
Los miré por última vez y volteé para volver por el camino en el que vine. Había cometido traición al dejar que la descendencia de Aldur escapara, quizás fue la peor equivocación de mi vida, pero nunca me arrepentiré de haberlo hecho.
"Mañana volveré a casa, donde mi esposa e hijos me esperan".
La luna iluminaba con su resplandor la destruida capital del imperio, donde años de guerra por fin habían acabado, cada gobernante volvería a su reino y el imperio volvería a regir las diez naciones, pero esta vez por la mano de Diego Stormbreaker. Con los años seremos testigos de ver si nuestras decisiones fueron las correctas, o si fueron la causa de otro completo fracaso. Solo ruego a Samahín, el creador absoluto, que mis hijos nunca pasen por la atrocidad de la guerra.
Fin del prólogo