Capitulo 3

 

Dorian Bromont

 

Han transcurrido siete años desde la guerra entre el imperio y la alianza del norte. La paz había llegado a Archanóx después de mucho tiempo, y con ella la derrota del anterior emperador Aldur Blackstone. Quien fue el responsable de innumerables masacres, crímenes de guerra y conspiraciones contra las naciones del norte y del este.

 

 Luego de morir a manos de Morgan Bromont, esté último fue consagrado como "La espada del norte" y su vez Diego Stormbreaker ascendió al trono del imperio, convirtiéndose así en el nuevo emperador de Archanóx.

 

Los reinos que alguna vez fueron aliados de Aldur, no tuvieron más alternativas que abogar por la paz y evitar conflictos que no traerían beneficio alguno. Soberanos como Aldara Nakatosh, reina de Estamriad, Amon Samyr rey de Midiryam, incluso Hassan Sand rey de Izyeda, juraron su lealtad a Diego y al Imperio. No obstante, Scroll Rognarid el rey de Asdoran, no se vio comprometido como el resto de sus aliados, afirmando que solo sería una tregua momentánea.

 

Durante los primeros dos años después de la guerra, las negociaciones diplomáticas llegaron al acuerdo de reabrir sus fronteras al comercio ya la visita de trotamundos y extranjeros. El comercio aumentó exponencialmente, algo que ayudó en la recuperación de los reinos tras el conflicto a gran escala.

 

El continente jamás olvidaría la marca que dejó esa guerra. Famosos escritores y poetas de diferentes naciones se reunieron para dejar en escrito los distintos eventos que acontecieron en aquella guerra, creando un libro y titulándolo como "El llanto de Archanóx".

 

Mapamundi de Archanox

 

 

_____________________________________________________________________________

 

Calendario ancestral; Año 795 – Ubicación: Frostland - Ciudad de velo invernal.

 

 

Los rayos del sol se internan por la ventana de mi habitación, reflejándose en mi cara somnolienta. Entre gruñidos de molestia me levanté de las suaves pieles de mi cama, las cuales accionaban como las cadenas de una prisión de la cual no querría salir jamás, mire hacia la ventana dejando ver al encargado de mi tortura mañanera.

 

—Sabes… simplemente deberías dejar de salir.

 

Solté este comentario esperando una respuesta, como si la gigantesca bola de fuego fuera capaz de contestarme. Y vaya que lo hizo, me respondió con más rayos de sol reflejándose en mi rostro, y provocando irritación en mis pupilas lo cual me llevo a refregarme los ojos con molestia.

 

—Supongo que no…

 

Me despegué de mi reconfortante cama, estirando mis brazos y piernas para también hacer unas cuantas sentadillas, de esa manera despertar mi cuerpo que se encontraba aún relajado. Me vestí con la ropa que uso normalmente, una camisa negra junto a unos pantalones grises, al terminar de vestirme salí de mi habitación y comencé a bajar por las escaleras en dirección a la cocina, pero de la nada una brisa helada proveniente de las ventanas. Estremeció mi cuerpo, frote mis manos para generar algo de calor.

 

—Qué frío…

 

"En verdad odio madrugar…".

 

Al llegar a la cocina, divise la silueta de una mujer alta con cabello púrpura y ojos verdes. Ella viste un atuendo largo de color azul que llega hasta sus pies. No tarde mucho en reconocerla, porque se trataba de Adriane, una de las tres criadas del castillo. 

 

—Adriane, buenos días.

 

Ella se percató de mi presencia, dejó al instante sus quehaceres para verme al rostro y luego bajar levemente su cabeza. El acto seguido levantó un poco su falda y de esta manera terminó con una reverencia.

 

—Príncipe Dorian, buenos días. Es inusual verlo despierto tan temprano.

 

Aquel comentario fue cómo un golpe directo a mi poco sentido de la responsabilidad. Hice un gesto como si hubiera sido un golpe físico.

 

—Verdad?

 

Ella soltó una leve risilla debido a mi reacción, para luego volver a lo que estaba haciendo cuando la interrumpí: Cortar vegetales. Un delicioso aroma se adentró por mis fosas nasales, era la comida que ella estaba preparando, esto hizo que mi estómago rugiera con fuerza.

 

—Supongo que está aquí por su desayuno.

 

Rasqué un poco mi nuca y asentí con vergüenza.

 

—Estará listo en unos minutos. Mientras tanto podría tomar asiento en el comedor.

 

—Te lo agradezco, Adriane.

 

Ella forma una sonrisa y empresarial con su cabeza.

 

—Estoy para servirle, mi príncipe.

 

Obedeciendo a su pedido, me dirigí al comedor y al llegar pude notar la presencia de cierto individuo en uno de los asientos. Este tiene un cabello que le llega hasta los hombros y de un característico color verde oscuro, tanto en su cabello como en sus ojos, los cuales se posaron en mi con desconcierto.

 

—No puedo creerlo… ¡Te has levantado temprano! Esto no es un buen augurio.

 

Ignoré su comentario burlesco, y me senté en una de las sillas cerca de este individuo tan molesto e irritante, este no era nadie más que mi hermano mayor.

 

—Buenos días, hermano Lorian…

 

"Mantén la compostura, no dejes que te moleste".

 

Lorian me miro con una cara de miedo, para luego apartar su silla de la mía.

 

—¡Incluso me das los buenos días! Hermanito… me estás asustando.

 

No pude contenerme más y golpee repetidamente su hombro, este comenzó a carcajearse mientras recibía mi lluvia de golpes, cuando acabe de golpearle me senté con los brazos cruzados y evite su mirada.

 

—Sabía que no podrías aguantar el golpearme.

 

—¡Eso es porque te gusta sacarme de quicio!

 

Chasquee mi lengua con asco, para luego apoyar mi brazo en la mesa y mi mentón en la palma de mi mano.

 

—Como mar…

 

Lorian como todo hermano mayor, siempre intentaba sacarme de quicio y lo lograba con éxito. Aunque yo odiaba eso, no le guardaba rencor o algo parecido. Después de todo es mi hermano y lo quiero tal y como es.

 

—Por lo general siempre es Lara quien te despierta, ¿Que fue diferente hoy?

 

Di un Bufido ante su molesta pregunta.

 

—No le des tantas vueltas, solo quise levantarme temprano y ya.

 

Lorian entrecerró sus ojos y cruzo sus brazos, le mire con extrañeza solo para que el hiciera una mueca dudosa. Dándome a entender que no me creía.

 

—¡Quiero la verdad!

 

No importa cuánto intentara esconder algo, de alguna manera Lorian siempre vio a través de mí, ¿Sería una intuición de hermano mayor? Realmente espero que no, eso me daría miedo. Suspire con resignación y le conteste.

 

—Tuve una pesadilla.

 

El me miro atentamente.

 

—Interesante… ¿Qué clase de sueño? ¡Oh! ¡¿Quizás fue algo erótico?! ¡Eres un travieso hermanito!

 

Lorian me piqueteo el costado derecho con su codo, posa mi mano en su rostro y lo separa de mí.

 

"¿Qué clase de sueños piensas que tengo?".

 

—En este momento no logro recordarlo. Pero si me viene a la mente te lo contare.

 

Él se encogió de hombros con una sonrisa en su rostro.

 

—De acuerdo, si necesitas hablar con alguien aquí tienes a tu hermano mayor. No lo olvides princesita.

 

—¡¿Quieres que vuelva a golpearte?!

 

—¡Está bien!, ¡está bien...! Me detendré…

 

—Eso pensé.

 

Todo lo que logre ver en aquel sueño fue un salón totalmente vacío y sin nadie alrededor, solo recuerdo que camine por unos segundos y después de eso me quede en blanco. ¿Qué significaría? Mientras le buscaba algún significado, Adriane había llegado con nuestros desayunos preparados, el desayuno de mi hermano estaba conformado por vegetales, una pechuga de pollo y una manzana como postre, el mío estaba conformado por un Filete de res, dos huevos y algunas verduras. La diferencia es que no tenía una fruta como postre, en cambio tenía un pudín.

 

—¡Qué bendición!

 

Junte mis manos con alegría y un fino hilo de baba cayo de mi boca, Lorian esbozo una cara de asco y saco de su bolsillo un pañuelo blanco, el cual me entrego para limpiarme. Lo acepto para limpiarme la baba rápidamente y comenzar a degustar de mi desayuno.

 

—¿Que son esos modales…? No importa, dejando eso de lado ¿Como es que puedes comer tanto sin engordar?

 

Le mire a los ojos mientras aún tenía un pedazo de carne entre mis dientes, por alguna extraña razón soy capaz de comer grandes cantidades de comida sin engordar. Y aunque los demás lo vean de mal gusto, yo no le negaría los reclamos a mi estómago, así que corte el pedazo de carne y me lo trague, para luego contestarle.

 

— ¿Genética a lo mejor?

 

—¡Nadie en nuestra familia come tanto!

 

—¡¿Y yo como lo voy a saber?!

 

Adriane me sirvió algo de beber mientras yo discutía con mi hermano, ella estaba acostumbrada a ver nuestros pleitos la mayor parte del tiempo. Solo intervenía cuando comenzábamos a decir groserías. Ella tenía total permiso de parte de nuestros padres para llamarnos la atención.

 

—Mi príncipe, déjeme recordarle que tiene entrenamiento con la señorita Juliette dentro de unas horas.

 

—Es verdad, debo apresurarme.

 

Apure el ritmo en el que comía, y Lorian vio esto de mala gana solo para suspirar con pesadez.

 

—Y ¿cómo te va con tu entrenamiento? 

 

—Diría que demasiado bien. Juliette ha notado muchos resultados en mi últimamente, dice que en cuanto cumpla mi mayoría de edad, comenzará a generar más fuerza en mis entrenamientos.

 

—Eso es algo evidente, después de todo estás comenzando a crecer, ya hasta pareces un hombre.

 

Si no fuera porque Adriane sostuvo mis brazos, ya estaría moliendo a golpes a Lorian, este se reía a carcajadas mientras forcejeaba con ella quien intentaba detenerme. Luego de calmarme y terminar mi desayuno, me aliste con ropa más adecuada para el frío.

 

—Bien, debo irme. ¡Nos vemos al mediodía!

 

Luego de despedirme de Lorian y Adriane, salí del castillo para dirigirme a los barracones, donde está ubicado el campo de entrenamiento y es allí donde estaría esperandome mi maestra de esgrima. Mientras caminaba por la ciudad de velo invernal, observe el recorrido monótono de los ciudadanos, lo mismo de todos los días. En mis catorce años de vida, jamás paso algo tan interesante e importante que la culminación de la guerra y la muerte de aquel anciano. 

 

"¿Cómo es que le llamaban?".

 

Luego de memorizar las enseñanzas que me fueron dadas en la academia, logré recordarlo.

 

"Ah, es verdad… se llamaba Aldur…".

 

Le reste importancia y continúe mi recorrido, una ventisca golpeo mi cara lo que me hizo temblar un poco, sin embargo, me vestí adecuadamente antes de venir. Ahora mismo llevo conmigo un abrigo de tela negra bordeado con pelaje de animal, esto evitaba que mi cuerpo sufriera las bajas temperaturas de la región. Al llegar, me adentre a los barracones donde se veía a varios soldados entrenando. Algunos lo hacían para mejorar sus habilidades, y otros de mayor rango entrenaban a las tropas recién llegadas, sin embargo, no era capaz de ver en donde se encontraba mi maestra.

 

"¿Dónde se habrá metido?".

 

—¡Cuidado!

 

Al escuchar esa voz mire en la dirección de donde provenía solo para ver a un hombre ser lanzado por el aire como un trapo. Este estaba por caer en mi dirección, estaba por impactarme, pero antes de que lo hiciera me agache y este paso por encima de mí.

 

"¿Qué demonios?".

 

Voltee mi vista hacia donde el tipo había caído, me acerque para verle de cerca y comprobar que estaba bien, pero al hacerlo lo encontré completamente noqueado y con sus ojos en blanco.

 

"Pobre tipo…".

 

-¡Lo siento! ¡Se me paso la mano!

 

Esa voz femenina la reconocería en cualquier lado, al voltear mi rostro observe a la mujer que venía hacia mí, un cabello rubio y amarrado en una larga coleta, vestida con un uniforme blanco con el emblema de un diamante su hombro, ojos azules y rasgos. faciales tan finos. Ella es Juliette Diamond, mi mentora de esgrima. Levante mi mano al verla y con una sonrisa en mi rostro la salude con energía.

 

—¡Buenos días! ¡Maestra Julieta!

 

—¡Vaya, pero si es mi alumna estrella! 

 

Ella se acercó a mí y puso su mano en mi cabello para luego regalarme una cálida sonrisa que encendió mi rostro en segundos. 

 

—Buenos días, Dorian.

 

"Es tan linda…".

 

Además de ser mi maestra en la esgrima, Juliette también es mi amor platónico, un cometa inalcanzable que jamás lograre alcanzar. Ella jamás se fijaría en alguien como yo y no solo por el hecho de que sea alguien fuera de mi categoría, la edad también se interpone entre mis sentimientos. Ella cumplió hace unos meses Veinticuatro años y yo solo soy un mocoso de catorce años que cumplirá sus quince dentro de tres meses. Mi padre y madre solo aceptarían un compromiso en la que mi pareja tenga una edad de dos años mayor o menor que yo.

 

—Te veo de muy buen humor ¿Ha pasado algo bueno?

 

— ¿Eh? ¿Me veo de esa manera?

 

Ella toco su mentón con sus dedos y me sonoro con picardía. Acerco su rostro al mío y comenzó a soltar leves risillas. Mi rostro se tornó rojo debido a ese acercamiento repentino.

 

—¿Puede ser que mi alumno se haya enamorado de una jovencita?

 

—¡Claro que no! Debe ser tu imaginación…

 

—¿Sera?

 

Al evitar su mirada ella se rio un poco y se apartó de mi para revolotear mis cabellos con su mano, luego comenzó a caminar delante de mí y le seguí.

 

—Que envidia, me gustaría llegar a casarme algún día.

 

-¡¿What?!

 

"Mi maestra… ¿casada con alguien que no sea yo? ¡Primero debería enfrentarme en un combate a muerte!".

 

—Maestra...

 

—Perdóname, deja que mi niña interna saliera.

 

Ella se estiro un sus brazos y piernas para luego posar sus manos en su cintura.

 

— ¿Comenzamos?

 

—¡Bien! Pero… ¿Que pasara con él?

 

Mire al hombre que aún se encontraba inconsciente y tendido en el suelo. Mi maestra se acercó y le abrió el parpado con sus dedos.

 

—Estará bien, un golpe como ese no debería ser capaz de matarlo… eso espero…

 

—Espera…?

 

Sentí empatía por el pobre hombre y tampoco es que pudiera hacer algo al respecto. Ella está acostumbrada a entrenar a sus discípulos con mano dura, fui afortunado de contar con sus entrenamientos desde mi infancia, de lo contrario, seguramente me golpearía igual o peor que a sus discípulos nuevos. Ella posee el rango paladín y es la escolta personal de mi madre Theresia. Siendo la encargada de proteger tanto a mi madre como a Lorian ya mí.

 

—¡En marcha! Calentamos un poco antes de comenzar.

 

-¡Si!

Trotamos por la ciudad sin descanso ni pausa. Mi cuerpo fue generando calor en el proceso y de esa manera permitió que mis extremidades se movieran con rapidez y fluidos. Mientras continuamos con nuestro recorrido, vimos a un comerciante de frutas a unos pocos metros, Juliette tomó de su bolsillo unas monedas de plata y levantó su mano para llamar la atención del vendedor.

 

-¡Oh! ¡Señorita Juliette!

 

—¡Señor Bruno! ¡Dos manzanas por favor!

 

—¡A la orden!

 

Ese hombre llamado Bruno dejo dos manzanas en una de sus estanterías y en un rápido intercambio Juliette dejo las monedas en las manos del hombre para luego tomar ambas manzanas. Todo esto mientras yo la seguía por detrás. Ella volteo unos segundos, me guiño el ojo y me arrojo una de las manzanas.

 

—¡Atrapa!

 

Tome la fruta con mi mano y le pegue un bocado al instante.

 

—Gracias.

 

Finalizamos el trote al llegar de nuevo a los barracones, esta vez ingresamos al campo de entrenamiento, donde Juliette tomo dos espadas de madera que estaban apoyadas en la pared y me arrojo una de ellas. Tome la espada de madera en mi mano y la equilibrio en el aire.

 

-¡Muy bien! Comenzaremos comprobando que tanto ha mejorado tu defensa. ¿Estás preparado?

 

Asentí con mi cabeza, y me puse en guardia tomando la espada de madera con ambas manos.

 

—¡Estoy listo!

 

—¡Pues entonces aquí vamos!

 

Ella se abalanzo contra mí, y al llegar libero dos golpes en mi flanco izquierdo los cuales bloqueé con facilidad, no cedi mi guardia y solo retrocedí unos dos pasos. Ella nuevamente ataco esta vez enfocándose en mi flaco izquierdo y derecho a la vez. Pero había algo que me llamo la atención.

 

"Está limitando su velocidad…".

 

Por lo general, Juliette suele atacar sin descanso alguno, pero esta vez lo hacía con menos velocidad de lo habitual. Aun limitando de esa manera sus golpes, estos no dejaban de venir, por lo que intentare desviar uno de sus golpes, de esa manera la dejare expuesto a un contraataque, será complicado, pero no imposible.

 

"No te desesperes, mantén la calma y espera la oportunidad".

 

Al esperar con paciencia y cautela pude predecir uno de sus ataques el cual vendría en forma de estocada en mi flanco derecho, al anticiparlo con tiempo me sería más sencillo el desviarlo. Deje que la punta de su espada intente colisionar contra mi hombro derecho y de esta manera poner fuerza suficiente como para rechazar el golpe.

 

"¡Ahora!".

 

Fui capaz de desviar aquella estocada, provocando que su mano fuera retraída hacia atrás, dejando aberturas en muchas zonas de su cuerpo, rápidamente llevó mi espada hacia atrás y volvió a abalanzarla para golpearle en alguna de estas zonas.

 

"¡Lo lograré!".

 

Pareciera que mi espada por fin impactaría en ella; pero nada más lejos de la realidad. Ella flexiona sus piernas y con un rápido movimiento salto hacia atrás.

 

"¡No puede ser!".

 

—Técnica de combate; Estilo imperial.

 

Ella toco el suelo y se posiciona con firmeza. Llevando su mano derecha donde tiene su espada por encima de su cadera y con su mano izquierda tomo el filo de esta espada para apuntarme con precisión y detenimiento. Entrecerró sus ojos y formó una pequeña sonrisa en su rostro.

 

—Estoque ligero.

 

—¡Maldición!

 

En una fracción de segundo ella desapareció de mi vista, como si se hubiera esfumado de la nada. La busqué con la mirada, pero no logre encontrarla y cuando volvió a mirar al frente, mi cuerpo entero se entumeció y mi pecho se contrajo de manera frenética.

 

—¡Goahhh!

 

Ella apareció frente a mi e impacto la punta de su espada de madera contra mi pecho, caí al suelo adolorido y faltante de aire. Me desesperé y comencé a hiperventilarme, respirando con dificultad y tomando aire de manera errática. Juliette se agacho frente a mí y poso su mano en mi pecho, presionando levemente.

 

—No tomes bocanadas de aire, controla tu respiración y llena tus pulmones.

 

—S-si…

 

Tomando aquel consejo, intento calmarme y expandir mis pulmones respirando tanto aire como me fuera posible, mi cuerpo seguía inmóvil.

 

"Esquivo mi ataque como si nada… y, por si fuera poco, también contraataco con una velocidad increíble".

 

—Bien hecho.

 

Ella me tendió la mano y me ayudó a levantarme, aun sentía un hormigueo en mi cuerpo, pero eso no impidió que me mantuviera de pie. Reconocí mi espada del suelo y me senté en el suelo, Juliette por el contrario estaba frente a mí con su espada apoyada en su hombro.

 

—Lograste crear una abertura y contratacaste de manera correcta, pero ahora respondeme esto ¿Cuál piensas que fue tu error?

 

"¿Mi error?".

 

—No sabría decirlo con claridad…

 

—Recuerda ¿Que estábamos comprobando?

 

—Mi defensa?

 

Ella ascendió y chasqueo los dedos.

 

—Exactamente. Jamás dije que me atacaras, eso lo hiciste por tu cuenta.

 

—Y eso… ¿estuvo mal?

 

—No, la verdad es que me tomaste por sorpresa. Pero de momento vamos a enfocarnos en una cosa a la vez. De esa manera te será más sencillo entender una técnica tan compleja como la esgrima Imperial.

 

—Entiendo.

 

El estilo Imperial es una técnica de esgrima que radica en el equilibrio entre la defensa y el ataque, además de tener técnicas tan veloces como de letales, esas técnicas se enfocan en ataques cortantes que desgastan al enemigo o también técnicas que se especializan en romper la guardia del rival. Juliette me ha enseñado alrededor de tres técnicas muy sencillas, pero iguales de mortíferas.

 

Existen varios estilos de combate y muchas variaciones, pero las más conocidas aquí en Frostland son el estilo imperial y el estilo del norte. También odia hablar de otros estilos pertenecientes a otras regiones como lo es el estilo Sendai, que pertenece y es originario de Okasendai.

 

—Bien, volvamos a empezar, pero esta vez no me ataques de la nada, podría contraatacar de manera más brusca debido a la sorpresa.

 

Imagine en mi mente como seria eso, y pensar en Juliette atravesándome por un accidente era simplemente aterrador. Asentí repetidamente.

 

—Relájate, estaba bromeando…

 

Después de terminar el entrenamiento matutino y despedirme de Juliette, decidí recorrer la ciudad para matar el tiempo, me detuve en algunos comercios donde vendían algunas prendas pertenecientes a Frostland. No veía algo que me llamara la atención y estaba por marcharme.

 

—Jovencito ¿Está buscando alguna clase de ropa? Si es así, ¿puedo ayudarte?

 

Estuve a unos segundos de abandonar el local, hasta que una anciana me detuvo.

 

"La verdad no hay nada que me guste, pero sería grosero irme sin al menos ver algo más".

 

—Bueno, ya que lo dice ¿Tendrá algo que pueda usar a diario?

 

—Un diario ¿eh? Déjeme buscar entre mi mercancía.

 

La anciana se puso a buscar entre mucha de sus ropas, entre ellas vi como dejaba de lado algunas ropas interiores de mujer, volteé mi rostro para evitar mirar, después de todo había algunas personas en el local. 

 

"Ya quiero irme…".

 

—Muchacho, encontré algunas cosas que podrían interesarle.

 

Volví hacia la señora para ver que tenía para ofrecerme, primero me mostró un uniforme azul bastante fino y bien cuidado.

 

— ¿Qué le parece este?

 

Tome el uniforme en mis manos y lo mire sin mucho ánimo.

 

—Si deseas puedes probárselo aquí.

 

La anciana me señalo un vestidor, suspirando con resignación entre para cambiarme de ropa y al terminar me mire en uno de los espejos, los cuales se encontraban en el lugar para que los clientes pudieran comprobar si el artículo era de su agrado o no.

 

"No me convences".

 

—Escuche abuela, esta ropa no va conmigo, no tendrá algo menos… ¿formal?

 

—¿Menos formales? En ese caso quizás lo que esté buscando sea una gabardina.

 

—Gabardina?

 

La señora de longeva edad está ascendiendo.

 

—Espérame aquí, las tengo guardadas en el depósito, debido a que no suelen comprarlas en estas tierras por el intenso frío.

 

—Comprendo.

 

Ella trajo consigo tres de estas prendas con distintos colores.

 

—Adelante, pruébese la que más le guste.

 

Me acerqué y comencé a mirarlas detenidamente, la primera es una de corlo gris, tiene algunos bordeados de buen diseño.

 

"El color es muy fúnebre…".

 

Comprobé la segunda y esta era más colorida, un rojo intenso que solo un loco con delirios de grandeza sería capaz de usar.

 

"Ni muerto uso esta".

 

Finalmente, sin muchas esperanzas me fije en la última, esta me llamo la atención por su color verde opaco, su diseño era normal y sin nada destacable. Tenían unas hombreras chapadas con algún tipo de metal de baja calidad ¿Bronce quizás?

 

—…

 

"Me probaré esto".

 

Al vestirme con ella no tenía muchas expectativas de verme bien, sin embargo; al contemplarme en el espejo quede anonadado de mi apariencia, desde luego no me veía como alguien de mucha importancia, no parece algo que se usaría en la realeza, pero sí que daba ese aire de pertenecer a la nobleza. Además de darme cierto estilo, esta era muy cómoda y no se sentía para nada apretado.

 

"No se ve nada mal, debería de usar un abrigo de bajo de ella, para que contraste con su color y poder apaciguar el frío".

 

—La compro.

 

—Maravilloso, esa gabardina parece estar hecha para usted.

 

Me rasque la mejilla ante el comentario de la anciana, aunque sabía muy bien que los vendedores jamás les dirían a sus clientes que se ven mal, ellos necesitan vender después de todo. Pero lo que dijo me dejo un buen sabor de boca.

 

—¿Eso cree?

 

—¡Desde luego!

 

Saque de mi bolsillo un pequeño saco donde guardaba el oro que ganaba por mi cuenta, la anciana me miro desde la cabeza hacia los pies y yo también.

 

—Pareces muy contento con tu compra, me alegra haber ayudado.

 

Solté una pequeña risa tímida ante lo que dijo.

 

—Bueno, no soy muy bueno eligiendo estas cosas, pero creo que hoy si le atine. Además, su color me gusta mucho porque ahora ya tengo algo que me identifica con mi apellido y mi familia.

 

La anciana hizo una mueca curiosa y frunció una de sus cejas.

 

—¿Su apellido? ¿Cuál es?

 

—Es Bromont, Dorian Bromont.

 

La anciana abrió sus ojos cual plato y su boca con sorpresa, parece como si hubiera visto un fantasma.

 

-¡¿Dorio?! ¡¿T-tú eres el hijo del rey Morgan?! 

 

—Eh… ¿Sí…?

 

La anciana se quedó sorprendida ante mi respuesta, escuche un murmullo a mis espaldas y al voltear observe como algunas personas miraban en nuestra dirección. Supuse que había hecho algo malo por lo que me apresure a pagarle rápido, no querría que me confundieran con un extorsionador.

 

—Disculpe abuela, ¿cuánto le debo?

 

La mujer de longeva edad levanto sus manos de frente y con una mirada decidida balanceo su cabeza en negación. No entendía muy bien a lo que se refería, así que apunte con mi dedo a la vestimenta que llevaba en este preciso momento.

 

—La gabardina… ¿cuánto cuesta?

 

Ella repitió aquel gesto de negación.

 

—No es necesario que pague nada joven príncipe. Llévesela por favor.

 

"¿Que me la lleve sin pagar? ¡Jamás haría algo como eso!".

 

—Pero esta tela es cara y además parece muy costosa. No puedo hacer algo como eso. Permítame pagarle por favor.

 

La anciana, dejo salir una leve risilla y se acercó a mí, para luego hacer un gesto para que me agachara un poco a su altura. Hice caso a su petición y ella me pellizco la mejilla derecha con fuerza, provocando un ligero dolor en esa parte.

 

—¡Auch!

 

—Príncipe Dorian, tu familia es adorada por todos en Frostland y yo no soy una excepción. Tu padre es alguien tan bondadoso y valiente que, gracias a él, mi hijo volvió a casa sano y salvo después de que la guerra terminara. El rey Morgan lo salvo cuando este se encontraba prisionero en la gran capital.

 

—Yo… no puedo aceptarlo…

 

—Esta fuera de discusión mi príncipe, considéralo una pequeña muestra de mi gratitud.

 

La anciana paso a un lado de mí tarareando una canción e ignorándome. Sabía bien que, debido a su actitud tan amable, ella no aceptaría el pago, no importa cuánto le insista. Así que deje dos monedas de oro en uno de los muebles y salí de la tienda antes de que la anciana las viera e intentara devolvérmelas. No sería capaz de aprovechar el estatus de mi apellido para ganar cosas sin esfuerzo alguno y jamás lo haría.

 

"¿Qué clase de persona aceptaría eso?".

 

Debía cruzar la plaza central para luego ir en dirección al castillo, en eso observe una multitud de niños haciendo bulla. Me acerque para comprobar por que tanto alboroto entre los pequeños, para mi sorpresa divise la figura de Lorian cerca de ellos, estaban jugando mientras se lanzaban bolas de nieve, esto dibuja una pequeña sonrisa en mi rostro.

 

—¡Príncipe Lorian! ¡Mire esto!

 

Uno de los niños apoya sus manos en el suelo y levanta su cintura quedando de cabeza, pero no pudo mantenerse por mucho tiempo, así que volvió a incorporarse. Mi hermano fingio estar sorprendido mientras aplaudía.

 

—¡¿Lo vio?!

 

—Claro que lo vi, fue increíble.

 

—¡Es fácil! ¡Si quiere puedo enseñárselo!

 

— ¿Serias capaces? Te lo agradesco.

 

De la nada, otro niño se antepuso delante de él.

 

—¡Eso no es nada! ¡Yo sé hacer cosas más impresionantes príncipe Lorian!

 

Los niños empezaron a empujarse el uno al otro, iniciando así un pleito para demostrarle a mi hermano quien era más impresionante, Lorian intenta calmar esa pequeña discusión. En un intento de ayudar, me acerqué a ellos, pero Lorian se acercó a mi presencia y me dirigió una sonrisa.

 

—Parece que terminaste tu entrenamiento.

 

Coloque mis manos en los bolsillos de mi nueva gabardina, intentando que este se percatara de ella.

 

-Si.

 

Un silencio incomodo se forma entre nosotros.

 

—Te importaría contarme como te fue?

 

—Realmente no.

 

Lorian suspiro agotado y volvió a estudiarme con su mirada, supuse que finalmente se dio cuenta.

 

—Nuevo estilo de vestir te queda bien.

 

Sonreí triunfante y llevé mi mano hacia mi cabello para arrastrarlo hacia atrás.

 

—Verdad que sí?

 

Su rostro formo una expresión indescriptible al verme hacer aquel gesto. 

 

—No vuelvas a hacer eso, que pena ajena…

 

—De acuerdo…

 

Los niños se pusieron frente a nosotros entre risas, pero se detuvieron al verme cerca de Lorian y sus expresiones parecían curiosas al verme.

 

—Príncipe Lorian, ¿Quién es este tipo?

 

"¡¿Qué quieres decir con eso?!".

 

—Niños, él es mi hermano menor…

 

—¡¿Como que no sabes quién soy mocoso?! ¡Soy Dorian Bromont, el segundo príncipe de Frostland! ¡¿Acaso vives debajo de una piedra o qué?!

 

Al gritarle de esa manera tan violenta, el niño se aferró a las piernas de mi hermano y comenzó a llorar desconsolado, en ese momento supe que la había cagado.

 

"¡Sí! Pero tú fuiste quien pregunta…".

 

Lorian carga al niño entre sus brazos y acaricio su cabello para calmarle, en eso me miro de mala gana y me dijo.

 

— ¿Gritarle a un niño? ¿Es en serio Dorian?

 

—Q-quizás me haya pasado un poco…, dime pequeño ¿Quieres que te compre algún dulce? Tómalo como una disculpa de mi parte.

 

El que se encontraba abrazando el cuello de mi hermano volvió a mirarme y aun con pequeñas lágrimas en sus ojos, asintiendo. Arrepentidamente los demás niños me rodearon completamente.

 

—¡Nosotros también queremos dulces!

 

Comenzaron a zamarrear mi gabardina ya estirarla, con tal de evitar que maltrataran mi reciente compra busque la mirada de Lorian en busca de ayuda.

 

—Niños… no se aprovechen de mi hermanito. 

 

El guardo silencio unos segundos y formo una mueca de burla la cual me hizo perder toda la esperanza.

 

—Sin mí.

 

"M-mis ahorros…".

 

Luego de comprarles dulces a todos los niños sin excepción, camine con Lorian en dirección al castillo, puesto que en unas horas deberíamos ir a la academia. Mientras seguíamos nuestro recorrido en silencio, algunos ciudadanos saludaban a mi hermano con el debido respeto. Al ser el heredero principal de mi padre, el será quien reine Frostland en el futuro. Al igual que mi padre en su juventud, Lorian era adorado y venerado por las personas.

 

"Ha de sentirse bien ser admirado…".

 

Le tengo envidia a Lorian, lo reconozco ¿Quién no querría ser adorado por las personas? La mayoría de los ciudadanos en Frostland solo conocen mi nombre, pero a la hora de la verdad, ninguno me reconoce al ver mi apariencia. Todo esto porque carezco de rasgos que solo tienen los Bromont. Como el color verde en el cabello o los ojos. Mi hermano me opaca en casi todo, esgrima, carisma, actitud, responsabilidades y ética. Todas esas cualidades que al compararlas conmigo era como si estuvieras comparando una hormiga con un elefante.

 

"Ya no tiene sentido seguir pensando en esto…".

 

Dejando de lado todos esos pensamientos negativos, me dispuse a seguir de la caminata junto a mi hermano, aunque envidiara muchas cosas de él, no le tenía el más mínimo resentimiento u odio, amaba a mi hermano como a cualquier miembro de mi familia y eso. nunca cambiaria.

_____________________________________________________________________________

 

Una vez dentro del castillo, Lorian fue a su habitación y yo me dirigí hacia el laboratorio de mi madre para comprobar que estaba haciendo en este momento. Caminando por los pasillos me detuve en la puerta que daba acceso al despacho de mi padre y admiré la puerta con detenimiento.

 

"¿Aun sigue dentro?".

 

 Por lo general termina su trabajo antes del mediodía y luego entrena fuera del castillo, coquetea con madre o también sale de cacería antes de volver a administrar los distintos pueblos cerca de velo invernal.

 

"Espero que se encuentre bien…".

 

Me pare frente a la puerta y toque repetidamente, sin embargo, nadie contesto. Volví a tocar con más intensidad hasta que finalmente consiguiera una respuesta.

 

—¡¿Eh?! ¡¿Qué sucede?! ¡¿Quién es?!

 

Su voz salió ronca como si se hubiera despertado de golpe ¿Estaría durmiendo? No me sorprendería en lo absoluto. Suspire profundamente para luego contestarle.

 

—Soy Dorian… ¿Puedo pasar?

 

No recibí respuesta alguna.

 

—Mira… si estás ocupada puedo pasar en otro momento…

 

—Adelante.

 

Arrepentidamente me interrumpió, pero no sonaba enfado más bien… ¿Irritado?

 

—Con permiso.

 

Giré el picaporte y abre la puerta. Lo primero que vieron mis ojos fue a mi padre con unas ojeras muy grandes, su cara detonaba cansancio y sobresfuerzo. Lo segundo que divise fue una cantidad excesiva de papeles colocados en pilas sobre su escritorio y por si fuera poco en el suelo había muchas otras pilas de estos papeles. ¿Cuántos de esos estuvieron firmando hasta ahora?

 

—Papá… ¿te encuentras bien?

 

El me miro y estaba por contestarme, pero antes de hacerlo cubrió su boca y bostezo.

 

—Discúlpame. Estoy un poco cansado…

 

—¿Solo un poco? Está claro que estás muerto del sueño…

 

Entre a la sala y serré la puerta para luego caminar hasta mi padre con lentitud, casi nunca entraba a esta habitación y eso es debido a que no tenía razones para hacerlo. Admira los trofeos de caza en sus paredes, un venado albino, un lobo oscuro, un troll, y un…

 

—¡¿Cuándo mataste un troll?!

 

— ¿Eh? ¿Te refieres a eso?, no fui yo, fue Diego. Fue un obsequio como recuerdo de cuando nos conocimos.

 

—El emperador Diego… parece ser una persona genial.

 

—Oye… tu padre está aquí ¿Sabes?

 

Este estiro sus brazos y dejo caer su mentón en el escritorio. Tome una de las sillas del lugar y la ubique delante de su escritorio para luego sentarme y tomar algunos papeles.

 

—Es mucho papeleo…

 

—Si…, Es lo que pasa cuando te tomas unas semanas de descanso. El trabajo no se hará solo y claramente se ira acumulando.

 

Ser un rey es difícil, no es como si tener la corona te libere del trabajo y solo tengas que dar órdenes. Debes ser muy estricto contigo mismo y ayudar al reino en cuanto a decisiones políticas, diplomáticas y económicas. Aunque claro aligerar un poco las cosas con personas de confianza. 

 

"Pobre de mi hermano, no debe imaginarse lo que le espera".

 

—Déjame ayudarte.

 

—¡¿En serio?!

 

Padre abrió sus ojos con sorpresa y lo vi poner una mueca de alegría y alivio, pero luego cambio a una más seria. Poso su mano en su cien y concurso.

 

—No, mejor no lo hagas. No pierdas el tiempo con esto.

 

—Demasiado tarde.

 

Tomé una pila de papeles y una pluma, me puse cómodo en mi asiento y comencé a leer los papeles con atención, eran peticiones, reclamos y permisos. ¿Ataques bandidos a puestos de avanzada? Suena mal, permisos para transportar mercancías originarias de Frostland a otras naciones y peticiones de granos y animales para las granjas cercanas.

 

—Y como se supone que haga esto ¿Simplemente lo firmo y ya?

 

—No, no es tan sencillo. Algunas de estas propuestas solo beneficiarían a los nobles y no a las personas como tal. Debemos aprobar propuestas que beneficien tanto a la clase alta como a la baja.

 

—Está bien, lo entiendo. En ese caso comenzamos.

 

Ha transcurrido alrededor de una hora, me sentí agotado, pero finalmente terminamos con todas esas pilas de papel restantes. Me estire y deje salir un leve gemido de satisfacción. Mire a padre quien se rio un poco de mí.

 

—Ni que tuvieras cuarenta.

 

Me encogí de hombros ante su comentario.

 

—No es mi culpa que seas un viejito.

 

—Ten cuidado, este viejito puede ser capaz de matar a un oso mágico con facilidad.

 

—Sí, sí. Lo que digas.

 

Ambos reímos ante mi fanfarronería, miré por la ventana y vi que el sol estaba en la cima, por lo que no faltaba mucho para ir a la academia. Me levante de mi asiento y mire a padre.

 

—Iré a prepararme, tengo que ir a la academia.

 

—Bien, que tengas una buena jornada.

 

—Gracias, nos vemos luego.

 

Camine en dirección hacia la puerta y al llegar padre me llamo por mi nombre.

 

-Dorio.

 

— ¿Eh? ¿Qué pasa?

 

El me dirigió una cálida sonrisa y al cerro sus ojos.

 

—Muchas gracias, hijo.

 

Por alguna razón al escuchar esas palabras sentí una gran alegría, y no pude evitar sonreírle de la misma manera. 

 

-¡You're welcome!

 

Él se levantó y se alejó de su escritorio para seguirme y de esta manera ambos salimos al pasillo, lo más seguro es que él se fuera a descansar luego de esto, pero antes de marcharse el me llamo.

 

—Dorian olvide decírtelo. Mañana viene a Frostland un viejo amigo que no veo desde hace siete años.

 

"¡¿Tanto tiempo?!".

 

—¿Siete años? Eso quiere decir que ustedes no se ven desde el final de la guerra.

 

Padre pidiendo calma y serenidad.

 

—Se llama Naoki Omori.

 

Mi cuerpo se tensó al escuchar ese nombre, lo había escuchado en la academia para ser más precisos en las clases de política.

 

—¿Naoki… Omori…? ¡¿Eh?! ¡¿El rey de Okasendai vendrá hasta aquí?!

 

Es la primera vez que vería a un rey perteneciente a otra nación, no es que me ilusionara por así decirlo, pero Naoki era alguien muy importante y sobre todo se habla sobre sus famosas técnicas de fuego.

 

—Exacto.

 

—¿Y por qué me cuentas esto…?

 

—Hace tiempo que estás interesado en Juliette ¿verdad?

 

Aparte la mirada con nervios, casi todos en el castillo ya sabían que ella me gusta, quizás a lo mejor la misma Juliette lo sepa, ¿por qué lo digo? Últimamente ha estado bromeando conmigo acercándose más de la cuenta y provocando en mí, reacciones típicas de un mocoso enamorado.

 

-Si…

 

—Lamento decírtelo, pero sabes que no puedo aceptar esa relación. Ella es muy mayor para ti.

 

"Eso ya lo sabía, pero aún así duele".

 

— ¿Qué tiene que ver eso con Naoki?

 

—Naoki no vendrá solo, viene acompañado por su hija. Ume Kimura.

 

Abrí mis ojos como un búho, y no porque viniera una princesa a casa, si no por su apellido, ese que se habla en muchos libros, aquel apellido que el mundo entero se niega a olvidar.

 

—¡¿K-kimura?! Padre… me estás diciendo que ella es…

 

El me miro con seriedad y apoyando su mano en mi hombro este me Hablo con firmeza, quería pensar que lo que escuche solo fue un malentendido, pero el me lo termino de confirmar.

 

—Ella es hija de Saori.

 

Ciertamente, tanto ese nombre como apellido lo había escuchado desde pequeño hasta ahora, esa chica no era nadie más que la descendiente de la guerrera más poderosa que ha pisado esta tierra, la mujer que fue temida por cientos de guerreros con el mismo título que ella. . La legendaria belicista del rayo, Saori Kimura. 

 

Fin del capitulo