—¡No pienses que te creeré solo porque digas algunas cosas!
Al escuchar lo que dijo Chris Hanson, Emma Mills sacudió la cabeza divertida. —Entonces, me has odiado durante tantos años, y ni siquiera sabes lo que realmente ocurrió en primer lugar. Por otra parte, si yo fuera ese sinvergüenza con el apellido Hanson, tampoco te diría cómo incriminé y dejé inválida a mi propia esposa en aquel entonces.
—En cuanto a tu hermano, es incluso menos probable que te lo diga...
—No te creeré.
—Lo creas o no, es lo que es. Puedes intentar poner a prueba a tu hermano o a ese sinvergüenza con el apellido Hanson, o incluso a tu madrastra, para ver si se les escapa algo —respondió Emma Mills—. De lo contrario, ¿por qué iba a venir a limpiar mi nombre después de veinte años? ¿Me falta dinero?