Antes de que la reunión terminara, Vanessa llegó con el informe de cuántos profesionales estaban dispuestos a ir con ellos. Afirmó que había convencido a los médicos para venir, dejando a algunas personas especializadas en tratamientos de emergencia en el valle.
De todos modos, muchas de las especializaciones de los médicos eran inútiles sin equipo, y Alterra había demostrado tener la capacidad de proporcionarles mejores herramientas.
No obstante, Vanessa insinuó que los médicos solo vendrían si ella los lideraba. Altea miró profundamente a la mujer.
Su esposo le debía mucho a Henry y a Víctor, siendo el primero su mentor, mientras que el segundo le salvó la vida.
Pero Altea no tenía tales reparos.
—Vanessa, para manejar tus expectativas, Alterra no es como Fargo. Aquí, serás una empleada más como todos los demás —dijo Altea—. Serás una de las dos sanadoras que ya están allí, y no recibirás un trato más especial que ellas.
Vanessa la miró.