Tenían la intención de partir hacia el Este, al encuentro del capitán. Su partida fue solo un poco… prematura.
Esto significaba que dependerían bastante de la suerte, y que no podrían proteger a todos —¿pero qué más podían hacer?
Los soldados se miraron entre sí, haciendo señales sutiles con las manos que solo aquellos con entrenamiento militar podían entender.
Un momento después, Sean levantó su lanza alto, clavándola en el suelo. Las raíces cercanas crecieron, creando un área que atrapaba los pies de la gente.
Al mismo tiempo, Ben blandió su espada, liberando una aguda ola de agua junto a ella. Aquellos que estaban atrapados no tuvieron tiempo de evitarla.
—¡AHHH! —gritó alguien.
Las hojas desaparecieron en cuanto hicieron contacto, dejando sangrientos cortes en sus cuerpos. Algunas personas cayeron directamente, mientras que otras gritaban de dolor.
Los soldados se lanzaron por la pequeña abertura que habían creado los heridos, dirigiéndose directamente al territorio.