Keira miró fijamente la nota en su mano, y en el momento en que vio las palabras, las lágrimas comenzaron a brotar de su rostro.
Solo había unas pocas palabras garabateadas en el papel: No me salves. Vive una buena vida.
Pero ¿cómo no podría salvarla?
Tenía que salvar a Jodie.
Keira apretó los puños con fuerza, su determinación se endureció mientras miraba la nota durante lo que pareció una eternidad. Al final, a regañadientes la hizo pedazos y los tiró por el desagüe del fregadero.
No podía quedar evidencia alguna.
Después, se quedó obediente en casa.
Pero desde que los verdaderos colores de Jessica fueron revelados, su relación había tocado fondo.
Keira no había hablado una sola palabra con ella desde entonces.
Durante días, se encerró en su pequeña habitación, pasando el tiempo escuchando la radio.