Keira había asumido que Lewis estaba bajo estrecha vigilancia, incapaz de moverse. Pero nunca esperó que cuando llegara al piso de arriba, entraría en... ¿un oasis de lujo? Todo el tercer piso no se sentía como un hospital en absoluto. No había ese fuerte olor a desinfectante en el pasillo, solo suelos impecables y plantas en macetas ordenadamente dispuestas a lo largo de las paredes, haciendo que el lugar se sintiera más como una residencia de alto nivel que una instalación médica.
Keira frunció el ceño, mirando a la enfermera.
La enfermera le dirigió una mirada comprensiva. —Um, solo... trata de no alterarte demasiado, ¿de acuerdo?
Keira estaba perpleja. Con la cabeza llena de preguntas, entró en la habitación del hospital—e inmediatamente vio a Lewis.