—¿Quieres que corran todo el camino desde la base de la montaña hasta la ciudad? —preguntó Nan Hua.
—No subestimes a mis soldados —Yu Jin sonrió—. Correr esa corta distancia no es más que un ligero ejercicio para ellos.
Nan Hua se quedó en silencio.
Por alguna razón, sentía que Yu Jin y su prima Feng Ao Si eran extremadamente similares. Los dos buscaban el máximo desarrollo muscular en sus soldados. No tolerarían otro resultado que no fuera el de los soldados más poderosos.
Le hacía preguntarse si los dos se llevarían bien o no cuando se encontraran más tarde.
Incluso si lo hicieran, probablemente sería su prima mayor la que terminaría golpeada por ser tan estúpida. Después de todo, Yu Jin podría tener ese requisito severo, pero también sabía cómo usar su cerebro y no ordenaría a sus soldados cargar sin pensar.
—¿Cuál crees que sería el mejor método para atacar esa ciudad desde tu opinión? ¿Puedes ver la estructura del muro desde aquí? —preguntó Yu Jin.