—¡Bang! —Con una patada, tumbó al joven con facilidad. Aunque Nan Luo estaba confundido, no era momento de detenerse a pensar en ello.
Todavía había muchos que atacaban.
—¡Gah! —El grito repentino los atrajo. Nan Luo entrecerró los ojos al notar que el grupo de atacantes realmente había traído venenos consigo.
—¡Manténganse alejados! ¡No se acerquen demasiado a ellos!
—¡Sí!
—¡Ugh! —Algunos soldados que tuvieron la mala suerte de ser envenenados, se lanzaron al ataque en lugar de retroceder. Sabían que sus esperanzas de sobrevivir eran escasas. Si ese era el caso, ¡querrían llevarse a su atacante con ellos!
La expresión de Mu Sheng Xi era grave. Agitó la mano.
—Mantengan la formación. No dejen que se acerquen. ¡Saquen los escudos y empújenlos lejos de nosotros!