—El Joven Maestro Chi planea hablar de negocios —dijo—. Él pide a la Señora Han que viaje con él a la Ciudad Capital.
La Señora Han se quedó atónita.
—Ella miró a Nan Hua y luego al ebrio Chi Song Hui y pudo adivinar que esto debió haber sido planeado por Nan Hua —pensó la Señora Han y entonces sonrió—. Entiendo. Déjamelo a mí.
Nan Hua asintió y se alejó.
Por otro lado, la Señora Han miraba a Chi Song Hui felizmente. En su opinión, esta era la persona que podría ayudarla a expandir su negocio estancado. Hacía tiempo que quería abrir una sucursal en la Ciudad Capital.
Ahora que la oportunidad se había presentado, la tomaría.
Nan Hua en realidad no regresó directamente, sino que se dirigió a la habitación contigua y escuchó la conversación entre Chi Song Hui y la Señora Han. Ambos hablaron sobre los términos y la Señora Han aceptó felizmente la petición de Chi Song Hui de compartir las ganancias.
El costo era bajo ya que la mayoría de sus bordadoras procedían de Han Jiang.