—¡Ahhhhhhhh! Ya perdí más de 20 puntos, ¿por qué sigues atacando tan ferozmente?
Nan Luo quería llorar sangre y lágrimas al ver el tablero todo desordenado. Había estado presumiendo delante de Feng Ao Kuai, pero terminó siendo masacrado en este juego.
Llegó a un punto en el que ya no sabía qué hacer.
—¿No te dije antes que tienes que pensar antes de mover?
Feng Ao Kuai estaba impasible. Como Nan Luo se atrevió a provocarlo, se aseguraría de que este primo menor suyo supiera el precio que debía pagar.
—Ya pienso…
—No es suficiente.
—Ugh…
Nan Luo sostenía la siguiente piedra con lágrimas en la cara. De verdad quería volcar el tablero. La situación se veía tan desesperada para él.
—Es tu turno.
Feng Ao Kuai estaba tranquilo mientras miraba a Nan Luo.
—¿Podemos dejar de jugar? —preguntó Nan Luo débilmente.
—No.